Pequeña, ¿podrás volver a escucharnos?
Te vimos pasar... Ibas en la camilla en la que te trasladaban desde el quirófano a la UVI. Rígida, tubos por doquier, ojos enfocando un infinito... ¿adiós? Tres horas y media hurgando en tu cerebro. Intentando extraer el tremendo edema formado por tu sangre escapada de esa maldita arteria que reventó. Te sacaron del paro cardíaco que te sobrevino en urgencias, a la que acudiste acompañada de tu madre porque te encontrabas ya muy mal. Tus vómitos de estos días no persistían, pero hoy notabas un ligero dolor de cabeza... Ya en el Hospital te tenías que apoyar en tu madre para andar. Tu madre alertó y pudiste tener a tu lado también a tu padre antes de notar que no sentías el brazo derecho, antes de ese tremendo ruido que oíste. Lo oíste tú sola. Y entonces fue cuando se produjo el paro cardiaco. Un corazón de veintinueve años que se paraba porque el cerebro no podía seguir diciéndole que latiera.
Dicen los cirujanos que entraste con síntomas de muerte cerebral. Tus pulmones también colapsaron. Tres horas y media. No saben como estás, mas que sigues en coma. Dos comas: uno inducido y el otro tuyo propio. Situación crítica. Pobres esperanzas. Casi nulas. Tu madre llora tu pérdida, tu padre trata de entender que lo hace porque de cualquier forma ya no volverás. Nosotros, tus tíos, tus primos, el resto de tu familia asistimos aturdidos a la tragedia. Impotentes. Otra tragedia incomprensible. Expresiones de aturdido dolor en quienes ya han sufrido súbitas y dolorosas pérdidas. Intentábamos asimilar una más, una recientemente anunciada. Y surge esto...
Dicen que el scanner muestra que te han limpiado perfectamente el coágulo que oprimía tu cerebelo. Creen que el mismo da muestras de intentar expandirse, que no ha quedado colapsado como temían. Una pequeña, muy pequeña luz, parece encenderse aunque no se sabe para qué, ni siquiera si tú podrás volver a ver la luz alguna vez. Aún no se sabe nada. Tú estás ahí... Tus padres, tu hermano, tu novio, te han hablado, te han dicho cuanto te quieren y besado en donde no había tubo que lo impidiera. ¿Los oíste, los sentiste?
Una impecable carrera, Ingeniería Superior, Teleco.., tanto interés en el nuevo contrato que firmabas el próximo martes... ¿Podremos volver a comunicarte cuánto te queremos? Pequeña, ¿podrás volver a escucharnos?
Esperanza. Es lo único que queda, ¡y al mismo tiempo, es algo tan grande!
ResponderEliminarTen valor, amigo.
Un fuerte abrazo.
¡QUÉDATE BEA...!
ResponderEliminarVeintinueve primaveras de alegría,
y una rosa perfumada por la brisa,
maldita parca ¡que imprecisa!
Veintinueve ángeles velan tu almohada
y una luz a lejos, te mira, te incita, te aclama.
Ingrata luz que a la oscuridad ¡te llama!;
no acudas, no vayas, no cedas
y déjanos soñar con tu mirada.
Esboza una sonrisa…
tu juventud ¡es flama!
que enciende corazones, repletos de esperanza
al lado de tu cama.
¡Quédate Bea, porque nos rompes el alma!
.......
Con el sentimiento profundo que me embarga.
Ángela Galdón Griñán
Gracias Teresa. Gracias Ángela, preciosa poesía.
ResponderEliminarUn abrazo.
Con sentimiento de dolor, estoy de corazon contigo .
ResponderEliminarUn Beso