María San Gil anuncia que no acudirá al Congreso del PP en Valencia.
Entiendo el dolor de esta valiente mujer e incluso -si así fuera- su desprecio a quienes han demostrado su miseria moral y su deslealtad para con ella. A esos que dicen quererla y la han puesto a caer de un burro. A los que dicen que el PP debe de estar donde está San Gil mientras la tachan poco menos que de loca y proponen lo contrario al tiempo que dicen apoyarla.
La inclusión en la ponencia de lo que esta valiente mujer propugnaba no ha impedido que haya perdido la confianza en Rajoy y en la cúpula del partido. Así como en compañeros que antaño la adulaban. Ha visto la realidad. Es una mujer acostumbrada a ello, a mirar a la realidad cara a cara. Alguien que se juega la vida por defender sus principios no se va agachar ante los que no son capaces de jugarse sus poltronas. Incluso puede que el simple hecho de sentarse cerca le produzca náuseas de desprecio. Lo entiendo.
Vidal Quadras ha conseguido también que se incluyan en la ponencia algunas de sus propuestas. Por ello intentará convencer a San Gil de que acuda. Piensa que si lo hace será aclamada por todos los compromisarios. Pero no entiende que eso a ella no le importa. Que conoce la puñalada trapera de quienes le dan palmaditas en la espalda. Que cuando una persona honesta pierde la confianza en alguien, le resulta imposible cambiar el gesto para aparentar que le apoya.
Y eso y no otra cosa es el Congreso de Valencia: un acto de apoyo a Rajoy orquestado por Gallardón y "ayudantes", incluido Prisa. Por ello no les importa incluir en la ponencia lo que sea, ellos harán luego lo que quieran. La ponencia podrá decir que el PP es un partido liberal y conservador, pero ellos seguirán en su empeño de darle un giro a la izquierda. Y ello no se puede hacer de forma compatible con los principios expresados en la ponencia.
La aparición de San Gil tendría sentido si se mostrara realmente como lo que es: la oposición interna a la línea que intenta Rajoy, por mucho que éste con una mano haga un movimiento negativo mientras con la otra firma lo contrario. Y ello no es lo que se pretende escenificar si al final acude, sino todo lo contrario. Si acude, se dirá que es en apoyo de Rajoy. No hay otra alternativa.
Aunque la aclamaran, lo harían como si le agradecieran su claudicación por el "bien del partido", confundido éste con su dirigente. No se puede poner una vela a Dios y otra al diablo. Excepto si eres zapaterista. Y a eso es lo que cada vez se parece más lo que pretenden los gallardonistas. No olvidemos quien es el jefe en la sombra. Y María lo sabe.
Cierto, si fuese, la aclamarian hipócritamente, con sonrisas irónicas, mirandose entre ellos diciéndose con los ojos "Pobre tonta, que se lo ha creído. Se va a enterar..."
ResponderEliminarLa política actual no difiere nada del Senado romano de César, Augusto, Tiberio, Calígula...
Salvo en la presencia femenina. El resto sigue vigente. Ahora envenenan con palabras. Los puñales son de gestos grandilocuentes pero falsos.
María no va a ese "banquete" porque sabe que su plato estará aderezado con amanitas phaloides camufladas entre deliciosas salsas.
Ojalá consiga su objetivo y no caiga en el intento.