Hospital 12 de Octubre de Madrid. UVI. Una señora sale de ver a su familiar. Por el pasillo se cruza con un médico de la UVI. Se conocen y se saludan. El médico se dirige a ella con una pregunta: "¿Qué tal va todo?".
Ella le responde con cara de circunstancias que "parece que bien -un bien muy tímido-, que hay esperanzas..."
Y entonces se produce, entonces recibe la patada:
-Eso lo dirá usted, yo llevo aquí veinte años y ya se verá.
-Bueno, pero han dicho que verán como ha evolucionado en la prueba que le harán el miércoles... -responde ella aturdida.
-Esa prueba no es lo importante. Primero tiene que despertar, y veremos si lo hace. Y luego habrá que ver en qué estado despierta.
Así, como suena. Eso es lo que en veinte años este inhumano profesional de la medicina ha aprendido con respecto a como los seres humanos se refugian en la esperanza, por mínima que sea, para sobrellevar sus tragedias. Por lo visto se cree con derecho a decidir cuando alguien puede tener esperanza o no. Además de que él habla desde su especialidad, la UVI, no desde la especialidad de neurocirugía que es la que trata a la paciente.
Esa paciente es mi sobrina, Beatriz, y esa señora es mi hermana, su madre. Y ese médico, un inoportuno prepotente.
Ella no ha dormido, ha pasado la noche entre llantos. Lo que ese tío le ha dicho no es algo que no supiese, lo sabe. Pero es con la esperanza como se se sobrelleva la tragedia. Y es con humanidad como se habla a las familias. Y además, si él ya lo sabe todo, ¿para qué pregunta?
Estuve dentro, con mi hermana, viendo como hablaba a su hija, como la tocaba, como la besaba sonriendo. Estuvo dándole crema por todo el cuerpo. Acariciando sus manos ya hinchadas por tanto tiempo de inactividad. Poniéndole un poco de perfume. Colocando y recolocando las medallitas, cintas y detalles varios que su familia, amigos y compañeros le han traído y tiene puestos en la cabecera. Salía sonriente, con pena contenida, con una luz de esperanza. A ese inoportuno prepotente parece que le ha molestado su sonrisa y la ha convertido en llanto.
Qué horrible. Lástima que para ser médico no se exija ser humano ante todo...
ResponderEliminarLa definición es perfecta... la prepotencia de ciertos facultativos, a veces nos deja impotentes... pero hay que alzar el grito de protesta claro y conciso...
ResponderEliminarSé que estás agotado, te dejo como siempre mi ánimo y esta vez, también mi repulsa a sucesos como el que nos dejas en tu blog...
Ojala pronto puedas contarselo a Bea como pura anecdota!!!
Un abrazo de... Ángela