martes, 8 de julio de 2008

Sorprendente sentencia.

La sentencia "del ácido Bórico" absuelve a los acusados del delito de falsedad documental a pesar que da por probado que falsearon un documento oficial.

Llama la atención este párrafo de la sentencia:

"Lo único que hubiera podido impregnar de relevancia punitiva el supuesto de hecho enjuiciado hubiera sido que las observaciones del perito Manuel Escribano tuvieran consistencia, rigor científico y pudieran afectar al resultado del proceso a que iba destinada la pericia. Y ello no fue así, ni desde una perspectiva ex ante ni tampoco desde una perspectiva ex post. A partir de lo cual la conducta deviene atípica y sólo cabe dictar un fallo absolutorio."

O lo que es lo mismo: una alteración de un informe puede ser delito o no, en función de si el documento al que afecta tiene o no rigor científico; rigor que por otra parte son los jueces, que carecen de conocimientos científicos, quienes deciden sobre si lo tiene o no. Dicho de otra forma: da igual lo que diga un perito; un informe dirá lo que interese que diga.

Para ello, la sentencia se pierde en infinidad de vericuetos sin sentido, con interpretaciones políticas incluidas. Da por probado, e incluso critica, la rectificación de un informe pericial sin el consentimiento de los peritos firmantes, pero dice que no hay delito porque no se produce daño, ya que no afecta al proceso al que iba destinado.

No parece que el Código Penal deje de considerar un hecho -definido como delito en dicho Código- como delito por el efecto que tenga dicho hecho. Falsificar un documento está considerado como delito con independencia de lo que se pretenda con ello.

Pero eso sí, dice que lo que hicieron es una conducta atípica. Increíble. Pero lo que sí es típica es esta sentencia; típica de regímenes totalitarios, donde no existe la división de poderes y las sentencias se dictan por consideraciones políticas y no legales.

2 comentarios:

  1. Hacen lo que quieren y como quieren. Nadie entiende nada.
    Es prepotencia absoluta.

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  2. La definición es perfecta... la prepotencia de ciertos facultativos, a veces nos deja impotentes... pero hay que alzar el grito de protesta claro y conciso...

    Sé que estás agotado, te dejo como siempre mi �nimo y esta vez, también mi repulsa a sucesos como el que nos dejas en tu blog...

    Ojala pronto puedas contarselo a Bea como pura anecdota!!!

    Un abrazo de... Ángela

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