Un duro día.
Ya empezó mal, pues la primera noticia de esta mañana, sobre las nueve, es que anoche hubo un incremento de la presión intracaneal. Y se detectó una infección provocada quizás por el drenaje. Entre nosotros la tensión subía, ya que la prueba prevista para hoy -esa resonancia que podría desvelar el estado físico del tronco cerebral al remitir el edema que impedía observarlo- se atrasó hasta las dos de la tarde. Luego pensaban intervenir para eliminar el drenaje cerebral y sustituirlo por una válvula interna que eliminara los riesgos de infección.
Cuando llegué después de comer me encontré con tu también tío, por parte paterna, jefe de uno de los servicios del Hospital. Acababa de llamar a tu madre que también se había ido a comer. Había estado en la prueba y en ella se descubrió que había isquemia. Una parte del tronco cerebral está infartado. Los daños no se sabe a qué afectan pues tú sigues en coma. Pero irremediablemente existen, están ahí. En la zona vital de tu cerebro.
Ambos esperamos a tu madre y a otros de mis hermanos que la acompañaron a comer. La serenidad y cariñosa explicación de tu tío no impidió que tu madre se derrumbara. Era inevitable que a pesar de todo se hubiera aferrado a la esperanza de que no apareciera una zona muerta. Es un derrumbe rabioso.
Tu padre aparece enseguida y también recibe la noticia. Estamos todos fuera del Hospital, en la zona ajardinada de delante del mismo. Mi intento de calmar a tu madre, mi hermana, no consiguió más que enojarla... Tu novio apareció también. El dolor era intenso. Parecía que la dichosa prueba se hubiera idealizado, transformado en una meta, en algo definitivo. Pero no había desvelado nada que no se hubiese sospechado antes. Ni tu situación de hoy difiere en mucho de la de ayer.
La prueba se convirtió en una prueba para nosotros, para tus padres, para tu familia, para tus amigos. Poco a poco el efecto del apoyo mutuo empezó a recolocar los trocitos de esperanza rota y a recomponerla. Poco a poco tu recuerdo se impuso. Poco a poco recuperamos la fuerza que queremos transmitirte y transmitirnos. Cuando a las seis de la tarde te volvimos a ver camino de nuevo del quirófano para proceder a la sustitución del catéter, las caras estaban serias pero sólo lloró tu madre. Mis lágrimas las ahogué en una pose de entereza que compartí con los demás para apoyarla. Enseguida se recompuso.
Ahora ya estás de nuevo en la UVI. El nuevo drenaje impresiona un poco más porque está en la parte superior de tu cabecita. Los médicos discutieron si se debía forzar ya tu despertar, comprobar si puedes hacerlo, y ver en qué se traducen los daños detectados y a qué afectan. Pero por ahora la prioridad es vencer la infección. Seguiremos esperando. Seguiremos apoyándonos. Seguiremos descubriendo en cada uno de nosotros la capacidad de aguante, el reajuste de prioridades que este trance nos produce. Y compartiéndolo con los demás.
Has creado una piña en torno tuyo. Una piña unida por el amor y la esperanza. Una piña unida por lo mucho que te queremos.
Aquí seguimos, pequeña. Y aquí seguiremos. Contigo.
Es cierto que nada ha cambiado. Siempre has tenido los pies en el suelo. Esta prueba era esperada por todos con la esperanza de que revelase que no existía daño.
ResponderEliminarLos ánimos son necesarios siempre, por pequeños que sean.
El día tiene 24 horas que se hacen interminablemente lentas cuando se sufre y espera. Ya son casí once días así. Muchas horas, mucho desgaste y mucho dolor.
Pero se sobrelleva entre todos. Esta piña que nombras hace que os apoyéis unos en otros y al mismo tiempo la mantengáis a ella.
¡Quien sabe!... El cerebro es tan misterioso todavía...
La meningitis me inmovilizó las piernas. Luego se desplazó a la vista y quedé ciega unos días. Volvió a moverse en mi crerebro y eligió el oído para aposentarse.
Cualquier cosa puede pasar. Pero hay que tener esperanza siempre.
Un fuerte abrazo, Antonio.
Admiro tu entereza, va sobria y humilde haciendo acopio de toda serenidad, para ser ella consuelo de todos.....Seguiremos todos unidos con fe y esperanza.
ResponderEliminarCon todo mi carinio estoy contigo.
Has creado una piña en torno tuyo. Una piña unida por el amor y la esperanza. Una piña unida por lo mucho que te queremos.
ResponderEliminarAquí seguimos, pequeña. Y aquí seguiremos. Contigo.
Y en esa piña que se ha creado, y que con inmenso cariño se sostiene... me incluyo con mi apoyo al ánimo de todos, unida a vosotros en la esperanza...
Un fraternal abrazo desde la distancia... que se hace corta cuando siento la pena en el corazón...
Adelante Bea... adelante Antonio!!! Ángela
Gracias
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