domingo, 17 de agosto de 2008

Medusas en el asfalto.

La picaresca y una legislación insuficiente propician la subida de los alquileres de vivienda.

La media está en una subida en julio del 4´2 %. En Madrid fue del 5´3 %, por lo que no se puede argumentar que haya subido por el efecto de los alquileres de apartamentos veraniegos en la costa. No. Ha subido por varias razones, y entre ellas por culpa de las supuestas "ayudas" al alquiler. Pero también hay otras que están alterando significativamente dicho mercado, como es la inmigración irregular.

Supongamos que un inmigrante llega a España y se establece de forma legal. Tiene su contrato de trabajo y su permiso de residencia en regla. Con ellos, accede a alquilar una vivienda. Como quiera que el precio es alto para sus intenciones de ahorrar y enviar dinero a sus familiares, decide realquilar una habitación a un compatriota, éste sin permiso de residencia y por tanto con escaso riesgo de que ejercite sus derechos. En Madrid se está cobrando más de 300 euros por persona.

Imaginemos que eso le da una idea y se dedica a alquilar pisos, que luego realquila de esa forma, sin riesgo a que sus inquilinos protesten por alguna vía si los pone en la calle por impago o porque otro está dispuesto a pagar más. No se atreverán por miedo a que los echen del país al no tener papeles. De ese modo se crea una demanda falseada y una elevación del precio del alquiler de la vivienda, pues habrá muchos que acepten cualquier precio en la seguridad de poder pagarlo de este modo.

Imaginemos que eso lo copian propietarios españoles que de ese modo pueden comprar viviendas que se autopaguen la hipoteca, y alquilan su vivienda directamente a inmigrantes sin papeles a precios abusivos, pues saben que no podrán reclamar. Indudablemente harán repercutir en el precio de los alquileres las subidas que experimenten dichas hipotecas y algo más, ya que muchos terminan haciendo de ese negocio una forma de ganarse la vida.

Este fenómeno no solo altera el mercado, sino que denigra a quienes llegan a convivir en pisos duplicando su capacidad. Diez personas, doce, en pisos diseñados para cuatro personas. Y aún así están contentos, pues muchos de ellos no tenían ni agua corriente en sus países de origen. Pero ¿y qué de sus derechos?

Ahora, en verano, proliferan las medusas. Se multiplican de forma desaforada ante la creciente degradación del mediterráneo. Alimentándose además de las larvas de sus futuros depredadores, con lo que medran aún más. Ahora esas medusas mutan y las tenemos en nuestra sociedad en decadencia, medrando a costa de los derechos humanos de los demás que no tienen amparo en unas leyes hechas por miopes y cegatos, incapaces de ver más allá de sus propias conveniencias, ya a veces fagocitados por esas medusas como fagocitan a los que debieran depredarlas.

Y el que unos pocos medren, lo pagamos todos. Aunque unos más que otros, y siempre los más débiles.

1 comentario:

  1. Lo sé. Empezó hace años. Cuando estaba en el colegio, conocí a una familia sudamericana que vivía en una habitación. Eran cuatro miembros. Los padres y el hijo mayor, de unos ocho años entonces, compartían la misma cama. La niña, un bebé que dormía en su propio cochecito al no haber más camas ni espacio, pagaba lo mismo que sus padres y hermano...

    Es algo que creímos erradicado. Porque cuando niña, la vecina de abajo tenía varios hombres durmiendo en el comedor y el pasillo. Eran inmigrantes andaluces.

    Regresión. Vamos para atrás, nunca hacia adelante.

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