miércoles, 27 de septiembre de 2017

La revolución que viene


Que dice Iglesias que el Gobierno está propiciando una situación prebélica y que esto no se arregla con balas de goma o cañones de agua. Lo curioso es que él apoya a su amigo Maduro que saca a la calle balas bastante más duras para acallar protestas contra su régimen que ni siquiera pretenden derrocarlo saltándose la legislación vigente.

Una situación prebélica la provocan quienes quieren reventar la legalidad y Constitución en vigor echándose a la calle a montar algaradas, no quienes intentan defenderla usando los medios que esa legalidad pone a su servicio para ello. Los provocadores son quienes pretenden romper el Estado unilateralmente. Pero él no pide a esos contención ninguna, no; a esos hay que dejarles hacer lo que quieran. Así, porque lo dice él. Tampoco pide a su amigo Otegi que se abstenga de alentar la sedición y echar más leña al fuego. No, él apoya a los atacantes y ataca a los que se defienden. Luego está claro su bando.

La defensa de la integridad de España es una cuestión de Estado y de supervivencia. El Estado es quien garantiza el Estado de Bienestar, quien paga pensiones y paro, quien paga la sanidad. Acabar con él es acabar con eso. No hará falta que haya tiros para que mucha gente se encuentre sin lentejas para comer y sin un euro en el bolsillo.

Muchos de esos irresponsables que desde casa de papá -en muchos casos pensionista- están apoyando a estos revolucionarios leninistas, desconocen qué hizo Lenin para llegar al poder. Lo verdaderamente sangrante es que al menos Lenin estuvo financiado por el Káiser, no por los propios rusos. Aquí todos estos que quieren acabar con el sistema están cobrando de todos nosotros y si logran su objetivo, sus jaleadores, muchos de ellos, se encontrarán con que sus padres ya no les podrán mantener para seguir jaleando a sus "salvadores". Por eso es un golpe de Estado, porque quienes lo dan forman parte de las Instituciones del Estado, cobran de él y accedieron a ellas para defender al Estado.

La estrategia de Podemos es presentar el asunto como un enfrentamiento con Rajoy y con el PP. No es cierto, es con el Estado con el que se enfrentan. Es al Estado, no al Gobierno, a quien exigen que se desarme ante los golpistas y acepte el golpe. En nombre de la democracia -que ya me dirán qué democracia es el comunismo- quieren acabar con ella, para empezar quitándonos a los españoles la soberanía troceándola, para luego hablar de soberanías y democracias enfrentadas entre sí para acabar con la común. Cuando lo consigan y se produzca el caos, ya estarán ellos para juntar los trozos y arreglarlo a su manera. O eso creen.

Muchos de quienes los votaron lo saben, pero otros muchos no sólo lo ignoran sino que lo niegan. Se han dejado engañar tanto que se dejan llevar al matadero portando las herramientas del sacrificio y jaleando al matarife. Y todos al grito de "fuera Rajoy". No es fuera Rajoy lo que van a hacer, es fuera España. Lo de "fuera Rajoy" es la tapadera. El problema es si el PSOE de Sánchez sabrá o no reconocer la trampa, o entrará a comer ese queso.

Ya no se trata por tanto de rivales políticos sino de enemigos de España, de mi país, independientemente de quien lo gobierne. Y esos enemigos de España lo son también míos. Una pena que entre ellos haya quienes no se enteran de que es en ese bando donde se colocan, mucho más cuando niegan que estén en ese bando mientras esa banda a la que apoyan se empeña en destruir España. Y para ello se acompañan, como antaño, por los rusos empeñados en desestabilizar Europa, y hasta por la ETA. No hay más que comparar las declaraciones de hoy de Iglesias y las de la cúpula de la banda -que no ha desaparecido como han querido hacernos creer- para ver las coincidencias. Aunque para verlas muchos tendrían que quitarse antes las orejeras que les hacen ver a los españoles que quieren a España como peligrosos fascistas armados con peligrosas banderas y hasta con alguna peligrosísima botella de plástico vacía. A ver lo que tarda el PSOE en sumarse al asunto.