sábado, 29 de febrero de 2020

Ministerio de verdugos.


O sea, que un sindicato mafioso de actores hace un "informe" sobre Plácido Domingo y sus supuestos acosos, se lo enseña al afectado y lo extorsiona pidiéndole medio millón de dólares para no sacarlo a la luz, éste no llega a un acuerdo y como consecuencia de la extorsión lo hacen público. Y el Ministerio de Cultura de España se alinea con ese "sindicato" y toma ese informe como si fuera una sentencia judicial y decide condenar sin juicio ni defensa al cantante. Actuando, además, como verdugo. Y, de paso, perjudicar el derecho al acceso a la cultura de los ciudadanos.

Y así deciden excluirlo de la cultura por culpa de la llamada ideología de género, que a este paso va a excluir socialmente a cualquier varón al que le atraigan las mujeres y se atreva a decírselo a alguna. Y digo "decírselo", porque de ese "informe" no se infiere que Domingo haya pasado de las palabras ni que haya forzado a ninguna de las que ahora buscan la fama contando historias.

No sé si Plácido Domingo le tiró los tejos a alguna de las que lo veían como un dios, es muy posible, pero eso no hace desaparecer sus méritos artísticos. Otros divos de la cultura también hicieron lo mismo o fueron grandes mujeriegos y acosadores no denunciados, como Picasso, Mick Jagger, Howard Hughes, Ian Fleming, y hasta Fidel Castro. ¿Pretenderán eliminarlos de la cultura?, ¿harán desparecer de la Historia a Casanova?

Los verdugos hablan de que hay pruebas irrefutables. ¿Pruebas irrefutables en qué juicio? ¿En ese informe usado para extorsionarle? ¿Ese sindicato es un tribunal? Además, como digo, si fuera culpable de algo ¿eso justificaría una pena al margen de la judicial? ¿Haría desaparecer sus méritos artísticos? Es un disparate se mire por donde se mire. Y un linchamiento sin garantías. Algo muchísimo más grave que el asunto del que se le acusa.

Y no es cierto que él haya reconocido haber acosado ni perjudicado a nadie, no es cierto. Y lo ha aclarado tras publicarse una mala traducción de sus primeras declaraciones. Pero, insisto, no es la cultura quien debe juzgar sus comportamientos, sino su obra cultural. No entro en el fondo de lo que efectivamente no suena muy bien sobre actitudes privadas, sino en la reacción de un Ministerio de Cultura erigido en tribunal penal, y de una parte de la sociedad que prefiera a Linch en vez de a un tribunal de justicia. Verdugos sin piedad ni máscaras que exhibirán como mérito una ejecución sumarísima.

Y sobre todo, en el dislate que es mezclar una cosa con otra. Esta panda de ignorantes abducidos por la ideología y temerosos de la dictadura del feminismo radical son muy capaces de cargarse la cultura, pero ¿no es exagerado que lo hagan desde un Ministerio que existe para protegerla?