miércoles, 25 de marzo de 2020

Propaganda que algo queda.


Lo de la propaganda al servicio del Gobierno es asombroso. Lo evidente es que parten de una premisa fundamental: la estupidez de la gente. Porque no se entiende de otra forma.

Ahora resulta que la epidemia en España empieza el día 9 de marzo. Por lo visto, hasta ese día aquí no pasaba nada, tan solo una ligera gripe. Por ello todas las medidas y decisiones se contabilizan y analizan desde entonces, lo hecho antes no existe.

Y en ello está también el Presidente del Parlamento Europeo, claro, que debe su cargo a los votos del PSOE y ahora le han exigido que pague el favor diciendo que Sánchez siempre ha tomado las decisiones adecuadas, Que ha reaccionado rápidamente. Por lo visto éste irresponsable también apoya el disparate homicida del 8M. Pero no es raro, la Presidenta del Parlamento español también está en eso.

Y además, ahora las noticias no son noticias si no tienen el visto bueno del Gobierno. La crítica está vetada y si criticas, te señalan como enemigo de la sanidad y de la paz social. Avanzamos a pasos agigantados hacia el bolivarismo chavista de forma descarada.

El Parlamento está cerrado en la práctica, hoy seremos testigos de ello. El camino en el aspecto económico ya está plagado de tintes leninistas que ya ni intentan disimular.

La mentira ya no es que sea un arma política, es que es la política en sí misma. Los medios de comunicación afines sobreviven a base de recibir ayudas que exigen incluso con extorsiones poco veladas, léase el artículo de Cebrián contra el Gobierno.

Y luego está lo de "la curva", lo del "pico"; o sea, la mentira total pues sacan conclusiones de datos inexistentes que dan por buenos según para qué. No se hacen test, luego no hay datos reales. Por lo tanto, cualquier conclusión es falsa, Y cualquier decisión basada en ello, un salto al vacío.

La defensa de la gestión propia no existe, claro que tampoco existe gestión, sólo se limita a atacar al rival. Desde el Gobierno y los partidos que lo mantienen no defienden sus decisiones, atacan las de los demás. Y da igual si son de hace años o son inventadas. Da igual.

Están de los nervios, pero no por los infectados y por los muertos, no; están de los nervios porque ven que la epidemia se puede llevar por delante sus poltronas. Y eso sí que no. Antes muertos que sin sueldo. Muertos los demás, claro. Al menos de momento.