jueves, 16 de marzo de 2023

El esperpento reconciliatorio.

 


Siempre dije que el esperpento era una una buena táctica para multiplicar por mucho la potencia del altavoz de la censura contra el esperpéntico Sánchez, pero todo tiene un límite. Si esto no corresponde a una estrategia para centrar la atención en lo que diga Abascal y no en lo que diga Tamames, la cosa se tuerce para Vox. Puede que el precio que dicho partido pague para ventilar los dislates de Sánchez sea demasiado alto, aunque en definitiva beneficie a la derecha potenciando el voto hacia el PP.
En cualquier caso, el discurso inicial en una moción de censura que se sabe que no prosperará, no es interesante en absoluto; lo importante viene después. El esperpento está servido, la escenografía dará la vuelta al mundo, con lo que la crítica a Sánchez llegará a todos los rincones. Por ahí bien, pero la cosa no hace más que empeorar.
País de pandereta, se dirá. Aunque no hay que olvidar que una pandereta bien tocada potencia la partitura. Espero en que algo haya de eso. De momento lo que sí parece lograrse es que aumente el interés por esta moción en la que Abascal tendrá ocasión de extenderse. Lo que también tiene su riesgo si luego decepciona.
Lo que sí es cierto es que el viejo zorro va a lo suyo y se ríe de unos y otros con tal de potenciar su minuto de gloria. A ver si hay habilidad para poner en positivo este esperpento que cada vez es más enredado para peor.
Lo que también está quedando cada vez más claro es que esta moción debió de presentarla el PP con Feijóo como candidato. Sánchez y el Gobierno andan como pollo sin cabeza, sí, pero la derecha tampoco anda mejor que un pato sin ella.

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