Profunda crisis en el tercer partido de España.

Guste o no guste, la crisis de Vox está servida; y es profunda. Abascal ha cometido errores y parece que se ha rodeado de quienes no dejan que los vea o le convencen de que la culpa es de otros para no asumir responsabilidades. Así no se corrigen.
Éstas son despedidas tan caballerosas como falsas sus razones, pues eso de "Aquí está mi ánimo y mi brazo para lo que tú necesites y Vox requiera" no es coherente con abandonar cuando se le requiere.
Pero se equivocan quienes creen que el desencanto que esto pueda producir hará que muchos de sus votantes vuelvan al PP. Irán a la abstención pues se fueron a Vox por sentirse traicionados por el PP y esa sensación no se borra por esto. Y eso que esto duele, mucho.