Este imprudente extremista mucho ha agitado a las Instituciones y a la sociedad con su intención de una amnistía a los delincuentes que le hacen Presidente con sus votos, pero en absoluto respeta aquella amnistía que permitió hacer una transición pacífica de una dictadura a la democracia. Democracia que él está poniendo en el disparadero intentando repetir aquello que produjo una guerra civil e intentando cambiar la historia de sus consecuencias. A este paso serán sus socios terroristas los que exijan que sean sus víctimas las que les pidan perdón.
La cuerda no se puede estirar hasta el límite de la ruptura, el deber de un gobernante es precisamente no tensarla, por mucho que sus votantes se lo permitan todo. Sobre todo porque no son mayoría, el partido que ganó las elecciones no es el suyo.
Las paranoias, al diván del psiquiatra; no al B.O.E.
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