El caso sanchismo.

Ábalos dimitirá, seguro, en cuanto le garanticen su inmunidad o impunidad, tanto da, y una buena fuente de ingresos que le permita disfrutar de sus posesiones y de sus chicas. Por eso avisa de forma sibilina.
Eso permitirá al PSOE, con la ayuda de sus terminales mediáticas (El País, La Sexta, Ángels Barceló, etc. y el resto del pesebre tertuliano y en redes) seguir con la consigna de "el PSOE no tolera la corrupción", mientras con la ayuda de la fiscalía y jueces amigos esperará a que todo quede en el olvido y en la prescripción, como en el caso de los ERE, que ya tienen amortizado.
Y mientras, la mafia sanchista pervivirá colonizando instituciones, empresas públicas, medios de comunicación y tribunales políticos (TC), pagando coimas a quienes con sus votos la mantienen en el poder.
Y podrá hacerlo gracias a una oposición blanda, miedosa y sin autoridad moral (salvo honrosas excepciones) por no haberse desprendido de quienes colaboraron con la mentira sanchista que partió al PP. Una oposición que no sabrá ni podrá deshacerse de la única argumentación que usará el PSOE, con Sánchez a la cabeza, del "y tú más" echándoles en cara cosas de las que la justicia dijo que no había irregularidad alguna, pero que sabe que nadie denunciará como calumnia*. 
No es pesimismo, es realismo, desgraciadamente. Pero ojalá me equivoque y algo cambie.

(*) Grave error de la familia Ayuso que pagamos todos, y que ya debería haberse querellado para desautorizar esa estrategia. No hacerlo no va a hacer que se les deje en paz, es evidente.