martes, 22 de marzo de 2011

Tragedia... ¿humanitaria?

Alarmismo extremista e interesado.




Durante estos días he oído eso de tragedia humanitaria -referido al desastre de Japón- en innumerables ocasiones y en boca de periodistas supuestamente formados. El término humanitario no es en absoluto un término para describir algo perteneciente a la humanidad sino a la caridad o al natural impulso humano de tratar de ayudar a otros en trances difíciles.

Imagino que lo que quieren decir es tragedia humana, pues eso es lo que es, una gran tragedia humana: Miles de muertos y desaparecidos.

Pero tal parece que eso no es importante; lo importante es que se han dañado por el tsunami algunos reactores nucleares y hay riesgo de fugas radioactivas. Se ha generado una alarma que creo desmesurada. En esos mismos medios televisivos he oído varias veces que Japón ha elevado de 4 a 5 la alerta nuclear, cuando lo que se ha elevado es el nivel de daños del accidente nuclear. Eso no implica necesariamente un aumento de la alarma ni de las emisiones radioactivas. Se refiere a los daños producidos en las instalaciones de una central.

Lo que sí me parece poco humanitaria es la actitud de determinados autollamados ecologistas que se manifestaron ante la embajada de Japón con pancartas contra las centrales nucleares. Los miles de muertos y desaparecidos no cuentan, no; tan sólo cuentan sus paranoias. En Japón no ha fallecido nadie por este accidente nuclear provocado por un tremendo tsunami que sí ha matado a un número aún desconocido de personas.

Las centrales han resistido un terremoto de grado 9 y un tremendo tsunami que las dejó sin energía eléctrica para la refrigeración de los reactores. Vamos, lo mismo que les ocupa aquí a estos ecologistas, encabezados por Gaspar Llamazares, que piden seguridad en Garoña. Por lo visto les preocupa la radioactividad que pueda desprender si allí se produce algo similar. No les preocupa lo que nos pueda suceder a los demás si aquí se produjera un tsunami que arrasara una central que está a más de 500 metros sobre el nivel del mar. Si se diera el caso pocos quedaríamos para preocuparnos de radioactividad alguna.

Un poco de medida no estaría de más. Pero ya se sabe que las petroleras tienen mucho dinero para publicitar los riesgos de las energías que compitan con la suya. Todo tiene su riesgo, pero yo me preocuparía muchísimo más de la tragedia humana derivada de la posibilidad de que un desastre natural fuera capaz de hacer llegar una ola hasta Garoña, que de las consecuencias en ese reactor.


Toda producción de energía tiene un coste y un riesgo. Los riesgos de las energías obtenidas del petróleo los hemos padecido en nuestras costas. Los de las energías eólicas los padecen nuestras aves migratorias y nuestra sensibilidad paisajística. Los de las energías fotovoltaicas los padecemos en forma de dineros excesivos, de zonas que ya no dan cultivos ni producen oxígeno y de contaminación derivada de la fabricación de los componentes necesarios para su obtención. Y los de la energía hidráulica los hemos padecido trágicamente en esta misma región nuestra.

No observo la misma preocupación por esos riesgos de parte de estos ecologistas. Estoy por ver algún asalto de Green Peace a algún super petrolero contaminante, y cuando se ha producido protesta por algún vertido, más pareció que se protestaba contra quienes gobernaban que contra los que produjeron el desastre. Sobre todo porque no hubo la misma respuesta a otro vertido producido bajo un gobierno de otro signo.

De sectarismos ya estamos sobrados a nivel político, dejemos a la ciencia y a los técnicos fuera de estos posicionamientos sectarios más propios de quienes van con orejeras que de quienes procuran posicionarse a través de la información y el conocimiento, no a través de posicionamientos políticos que, por otra parte, no están producidos más que por intereses económicos.

Lo que expongo tiene mucho que ver con una enérgica protesta ante una burda manipulación orquestada desde medios que, además de obedecer a determinados intereses, buscan más la explotación mediática de los acontecimientos, que la información formativa. Para que el pueblo opine, antes hay que darle la oportunidad de informarse sobre lo que luego tiene que opinar. Y no es con posturas sectarias y supuestas ideologías como se logra.

lunes, 14 de febrero de 2011

La maldición de los faraones


Espero que no sea eso lo que atenace en breve a occidente tras los acontecimientos en el mundo musulmán, pero no puedo más que asombrarme ante lo que veo en TVE y demás televisiones afines al pensamiento imperante. Resulta que, según oigo en los sucesivos informativos, lo sucedido en Egipto es una recuperación del país por parte del pueblo oprimido y una vuelta a la democracia.

Eso repiten una y otra vez, al tiempo que aparecen las informaciones de que el ejército ha ocupado el poder, ha disuelto el Parlamento, ha derogado la Constitución, ha prohibido las manifestaciones y hasta suspendido el derecho a la huelga y tan sólo parece prometer devolver el poder a un supuesto gobierno emanado de unas elecciones que llegarán dentro de medio año dirigidas, además, por el poder militar. La verdad es que mi concepto de democracia no tiene nada que ver con eso.

Si además sumamos que los Hermanos Musulmanes, movimiento extremista islámico cercano al comunismo, han empezado a aprovechar para sumarse y adquirir protagonismo, empiezo a sospechar que todo esto no es más que una maniobra para evitar que el mensaje que emana de estos movimientos populares prenda aquí.

¿Porqué digo esto?, pues porque lo que se produjo en Túnez y luego en Egipto -ahora en Argelia- no ha sido otra cosa que la rebelión popular ante el abuso de poder y contra la corrupción de la clase política y producto de la desesperación de los jóvenes sin trabajo, de la miseria y las profundas diferencias sociales que les ha llevado a una situación económica difícil y a la injusticia social. Pero lo importante es que el germen no ha sido islamismo alguno, sino el descontento con la clase dirigente y con el sistema que les permitía perpetuarse en el poder. Eso es lo que causa un miedo tremendo en nuestra clase política, sobre todo del socialismo que se sentaba junto a estos dirigentes repudiados, así que nos envían el mensaje de que lo sucedido es una vuelta a la democracia. Como ellos dicen que lo que tenemos aquí ya es una democracia, intentan desmarcarse de esa posibilidad de recuperación del poder de decisión por el pueblo descontento. El mensaje es que como aquí hay democracia, no es necesaria esta rebelión.

Así que mientras aquí nuestros vividores a costa de la política y del reparto de nuestros dineros se miran el ombligo, en los paises musulmanes cercanos se está preparando lo que puede suponer un islamismo radical que aúne a una gran parte del mundo musulmán en una nueva cruzada a la inversa. Y se está preparando porque estas revoluciones van contra el poder de regímenes que nuestros políticos han apoyado y aplaudido. Y porque los islamistas las aprovecharán y se las apropiarán.

Lo de la memez de llamar a esto Primavera árabe no sería de extrañar que en realidad se convierta en un invierno que pueda dejarnos helados. De momento, la alegría demostrada por el régimen iraní, no augura buena cosa. A río revuelto, ganancia de fundamentalistas. Al tiempo.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Un regalo navideño


La pequeña Bea no conseguía envolver esa caja con el papel de regalo que había cogido de encima de la mesa. Llevaba ya un buen rato sentada en el suelo y afanándose en ello, pero no hacía más que desenrollar ese papel dorado sin conseguir otra cosa que llenar el suelo de trozos arrugados... Y la caja seguía sin estar envuelta. Tan absorta estaba que no oyó que su padre había entrado en el comedor.

-¿Pero qué haces? ¿Quién te ha dado permiso para coger esto? Este papel era el único que quedaba para envolver los caramelos y adornar el árbol de Navidad. -Dijo el hombre mientras cogía a la niña de un brazo y la zarandeaba sin que la pequeña apenas tocara el suelo con sus piececitos- ¡Niña mala, vete a tu cuarto castigada!

La niña tenía los ojitos abiertos de par en par y llenos de lágrimas, pero ni un sonido salió de su boquita cerrada en un mohín de pena. El padre la llevó a su cuarto, la empujó dentro y cerró la puerta con un sonoro portazo.

-¡Y no te muevas de ahí hasta que yo te lo diga!

El hombre se dirigió hacia un mueble desvencijado y tomó una foto. Dirigiéndose a ella bramó:

-¡Y tú seguro que pasándotelo estupendamente por ahí, en ese supuesto cielo del que siempre hablabas y con ese Dios que ha preferido llevarte con él a dejarte aquí educando a tu hija y cuidando de tu marido!... -Apoyó una mano en el estante y prosiguió en tono más relajado- Mientras, aquí estoy yo con esta niña malcriada que acaba de romper lo único que conseguí para dar un poco de color navideño a esta triste casa. Va camino de salir clavadita a tí, todo el día soñando y sin vivir en la realidad.

Volvió a dejar la foto y se apartó bruscamente del mueble. Luego se paró, bajó la cabeza y sus hombros se descolgaron. Un leve estremecimiento recorrió su espalda. Volvió a acercarse al mueble y sin levantar la mirada rozó levemente la foto. Lentamente se agachó, recogió los trozos de papel dorado del suelo y apartó con el pie la caja que la niña intentaba envolver. Ésta fue a parar debajo de una vieja butaca cubierta por unos ajados faldones.

A la pequeña le pareció que había trascurrido una eternidad hasta que su padre volvió a abrir la puerta de su cuarto y le acarició la cabeza. El hombre apenas la miraba mientras con un poco de papel le limpiaba los mocos que colgaban de su naricita. La dureza de su expresión parecía como un escudo ante un terrible sentimiento de dolor. La niña hipó levemente y su padre se puso en pie como un resorte. Se giró, cogió su chaqueta y se dirigió a la puerta de la calle. No volvió a mirar hacia atrás mientras la cerró tras de sí.

La niña fue al comedor. Se quedó un rato de pie con su dedo índice entre los dientes y luego empezó a dar vueltas por la habitación. Al cabo de un rato encontró aquella caja vacía debajo de la butaca.

Se dirigió a la cocina y observó como sobresalía un trozo de papel dorado del cubo de la basura.

A sus tres añitos ya sabía que esa noche era Nochebuena, pero en su casa no había más que una triste rama de pino con algunos trocitos de papel plateado pinchados aquí y allá. Al acercarse al árbol percibió más el olor a tabaco que desprendían que aroma alguno a pino. Pero en su cara apareció una sonrisa.

Esa noche no oyó a su padre llegar, pues ella durmió de un tirón. Se levantó temprano y, sin hacer ruido se dirigió a la vieja butaca. Se agachó y sacó de debajo esa caja apenas envuelta en algunos trozos de papel dorado.

Abrió el cuarto de su padre y se acercó a la cama donde dormía. Allí permaneció con la caja entre sus manitas hasta que él despertó.

-Feliz Navidad, papá. -Dijo mientras alargaba los brazos para entregarle el regalo.

El hombre se incorporó, se restregó los ojos y sonrió tristemente. Una punzada de dolor le atravesó mientras rozó la cabeza de la niña y tomó la caja. La abrió despacio... Estaba vacía. La cara se le mudó y con furia se dirigió a la pequeña:

-¿Te parece bonito gastar esta pesada broma? ¿No sabes que no tenemos ni para comer y que me siento fatal por no poder comprar regalo alguno? ¡Y tú vas y me traes un regalo vacío para hacerme sentir peor!

La niña levantó sus ojos donde empezaban a brotar de nuevo las lágrimas.

-Pero papá..., ¡no está vacío!: Llené la caja de besos anoche, antes de envolverla. Es verdad, puse muchísimos besitos... -Las lágrimas ya resbalaban por sus sonrosados mofletes.

El hombre jamás había creído que una mirada pudiera doler tanto. Sintió que una espada candente atravesaba su frío corazón mientras la niña bajaba la cabecita y se disponía a alejarse de él. Alargó los brazos y la atrajo hacia sí. Se fundió en un intenso abrazo con su pequeña mientras todo su cuerpo tiritaba con una entrecortada respiración.

-Hija mía, mi pequeño gran regalo... Perdóname  -Apenas susurró mientras sus lágrimas se fundían con los besos que daba a su hija.

En la calle, unos chiquillos buscaban con la mirada la ventana de la que salían unas sonoras carcajadas infantiles. Y en el cielo, alguien esbozó una sonrisa.

jueves, 25 de noviembre de 2010

La culpa, al mensajero.



Hacía tiempo que no oía una idiotez semejante para manipular la realidad. Todo porque Pons ha expresado sus dudas sobre si el gobierno está dando toda la información sobre la situación real de la economía. Es absolutamente increíble cómo este PSOE defiende el enroque del Gobierno -enroque último para aplazar el jaque mate definitivo, pero que nos matará a todos de paso- en su inacción ante la que se nos viene encima. Bueno, inacción del todo no, me refiero a falta de acciones efectivas, pues las medidas tomadas hasta ahora no han conseguido nada positivo, pero han perjudicado a funcionarios y pensionistas.

Esta postura de echar la culpa a todo lo que se mueve excepto a su incompetencia, ya es inadmisible. Lo de hacer responsable a Pons y al PP de la falta de confianza de los inversores, a los que llama especuladores contra los intereses de España, es tanto como reconocer que la oposición tiene más credibilidad que el Gobierno. Y cuando eso ocurre, y más en una situación económica extrema, lo inmediato es convocar elecciones. No sé si eso mejorará las cosas, pero desde luego que no las empeorará al ritmo que este gobierno y este PSOE lo están haciendo, mientras no se aplican a ellos mismos medida alguna de austeridad. Y en esos "ellos mismos" incluyo a toda la clase política.

Pero además, ¿quienes son esos especuladores a los que se refiere? Pues ni más ni menos que todo aquel que tiene un fondo de pensiones, una inversión a plazo fijo, o quienes tienen sus ahorros en un fondo de inversiones. Estos ahorradores ponen su dinero en manos de expertos que lo invierten en lo que consideran más rentable y con menos riesgo. Y esos inversores no se fían de este gobierno ni de sus medidas. Así que si se deciden a comprar deuda emitida por el Gobierno de España, exigen más intereses al considerar que su riesgo es mayor que si invierten en la deuda alemana, por ejemplo.

Eso de la confabulación desde el exterior ya me suena, recuerdo aquello de la conspiración judeo masónica. Era lo que se decía en el régimen franquista cuando las cosas no rodaban bien. Hay demasiados herederos de aquel régimen en estos dirigentes de ahora. Claro que para hacérselo perdonar no hacen más que recordar y remover lo que ya tenía que estar más que superado.

La argumentación de que la prueba de que se toman medidas son las protestas que se levantan contra ellas, es una falacia de tomo y lomo. Esas propuestas son la prueba del descontento de quienes se perjudican directamente por dichas medidas, pero no prueban en absoluto que dichas medidas sean eficaces, justas, o las que habría que haber tomado. Tan sólo con recortar la ayuda exterior a organizaciones que no se sabe ni lo que hacen, se podría haber evitado la congelación de las pensiones. Hay en donde recortar antes de cargarse las políticas sociales, pero interesaba aparentar que se tomaban medidas drásticas y los jubilados no pueden hacer huelgas.

No es momento de políticas partidistas, ni de ideologías inexistentes. Es momento de búsqueda de soluciones entre todos, y del gobierno de los más preparados al margen de posicionamientos políticos. Las medidas que habrá que tomar serán duras para todos, pero es momento de que quienes pagamos a los políticos que tienen que tomar dichas medidas les exijamos la máxima preparación técnica y un escrupulos cuidado para evitar derroches innecesarios.

Hoy, el tan denostado Gonzáles Pons ha dicho lo siguiente al hilo de las declaraciones del Comisario Europeo de Competencia, Joaquín Almunia, miembro del PSOE y que ha expresado las mismas dudas:





Y mientras tanto, cada día más pobres, con más paro y con una oposición que lo que espera es a que los otros pierdan, pero sin hacer méritos para ganar ellos.

martes, 23 de noviembre de 2010

Irish Cofee

El presidente José Luis Rodríguez Zapatero ha asegurado este mismo lunes ante la Comisión Ejecutiva Federal del PSOE, reunida en Madrid, que España no está en la misma situación que Irlanda, que ha tenido que pedir el rescate a la UE. Según el análisis de Zapatero, el problema de Irlanda ha sido su gran endeudamiento privado, que ha dañado a los bancos, lo que, a su vez, ha repercutido en la desconfianza de los mercados.
A su juicio, esa situación no es comparable a la de España, cuyo sistema financiero ha demostrado su resistencia, certificada hace unos meses por los llamados "test de estrés", gracias al control y a la regulación del Banco de España. Además, el sector público español tiene, según su interpretación, una deuda 20 puntos por debajo de la media europea y un déficit público "perfectamente reconducible" en los próximos ejercicios, a fin de alcanzar el 3 por ciento en el 2013. (Agencias)

Ahora sí que aumenta mi preocupación. La posibilidad de que sigamos el camino de Irlanda ya es casi una certeza. La salud del sistema financiero -que incluye a las cajas de ahorro- está maquillada, pero de buena no tiene nada. Si se obligara a reflejar contablemente el valor real de sus activos inmobiliarios, en vez de reflejarse el valor hipotecario que en su día se les dió, ya veríamos cuantas entidades sobrevivirían a ese "test de estrés".

La bolsa española se resintió ayer por la intervención de Irlanda, lo que indica que los inversores no se fían. O lo que es peor, que dan por seguro el contagio. Y lo que es aún peor : también los mercados de deuda dejaron claro que no confiaban en los gobiernos español y portugués.

Así, el diferencial entre el bono español y el alemán subió ayer tarde a 207 puntos básicos, al aumentar la presión sobre la deuda española después de que Irlanda aceptara el rescate financiero internacional, según datos del mercado y expertos consultados. Es decir, que al ser rescatada Irlanda, su deuda pasa a ser más segura, por lo que los inversores abandonan otros activos que no les ofrecen este respaldo. Y los bonos españoles y portugueses han sido los primeros en sufrir este nuevo escenario.

Por lo que habrá que buscárselas cada uno por su cuenta, porque esto aún no ha tocado fondo. Eso de un sueldo fijo ya no es ni suficiente ni garantía. Es momento de ponerse a buscar la forma de ganarse el pan con el sudor de la frente de cada uno. El sudor de las empresas o de la administración no va a ser suficiente para asegurar ese necesario pan de cada día.

A lo mejor lo tendremos que sustituir por un café irlandés.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

No sabe, no contesta

El Gobierno se empeña en tapar, e incluso apoyar, a Marruecos en su atropello a los derechos humanos y en la usurpación del papel de potencia administradora del Sahara -que legalmente aún es el nuestro, y que nos convierte en traidores al pueblo saharaui-, amparándose en la falacia de que no tiene datos.

Si tras el tiempo transcurrido tras el ataque marroquí, eso es todo lo que la Ministra de Exteriores tiene que decir al comparecer en el Congreso, entonces podríamos exigir la desaparición de todo el cuerpo diplomático y de las agencias de información estatales, por ineficaces. Pero me temo que no es eso lo que sucede y lo que habría que exigir es la dimisión del Gobierno en pleno, al tiempo que se piden explicaciones al PSOE por su enésimo cambio de posición en lo que eran sus principios inamovibles.

Las declaraciones de la Ministra de Cultura, Gonzáles Sinde, sobre la manifestación de apoyo al pueblo saharaui y de condena a Marruecos, evidencia un sectarismo que va más allá de lo político, y que la descubre tan desconocedora de los derechos de cada cual como de lo que significa la democracia. Dice la Ministra que el hecho de que en dicha manifestación coincidieran los Bardem con González Pons, destacado cargo del partido de la oposición, tendría que darnos que pensar.

A mí lo que me da que pensar es esa actitud antidemocrática que pretende descalificar la protesta tan sólo porque desde el PP también se protesta. Esta visión antidemocrática de la sociedad es lo que nos lleva al increíble ejercicio de acrobacia del Gobierno y al desnorte del PSOE.

Una protesta contra el atropello de los derechos humanos, y por el uso desmedido de la violenecia por parte de un régimen autocrático y dictatotrial, no se puede descalificar por quienes acudan a dicha protesta, ni siquiera aunque entre ellos acudan gentes de ideología contraria a la democracia. Mucho menos si quien asiste pertenece a un partido democrático que, además, es alternativa de gobierno. Le guste o no le guste a esta sectaria Ministra. Y por mucho que le disguste al zapaterismo que los de la Zeja protesten al lado de quienes protestan por un ataque contra los derechos humanos.

Y la llamo sectaria porque actúa sectariamente, no porque sea mujer; no vaya a ser que luego salgan con la eterna cantinela del machismo, como cada vez que se critica lo que hace una mujer en el desempeño de un cargo al que accede por su supuesta capacidad personal, no de género. Lo digo porque este tipo de gente es capaz de convertir en más importante esto que el asunto de fondo que motiva mi comentario.

¿Dónde está el PSOE y sus principios? ¿Dónde sus compromisos con los saharauis? ¿Dónde su defensa de los derechos humanos? ¿Qué le deben a Marruecos para tapar sus más que supuestos atropellos a los derechos humanos y a la legislación internacional? ¿Dónde su adoración por las resoluciones de las Naciones Unidas?

Y sobre todo: ¿qué sabe Marruecos para que el Gobierno le pague con un no sabe no contesta quizá esperando reciprocidad? ¿Cómo se permite que se acuse a la prensa española de inventarse que una intervención pacífica es otra cosa? ¿Tal vez tan sólo porque han muerto unos pobres saharahuis y un español con nombre extranjero?

Ahora Marruecos trata de maquillar lo ocurrido e incluso presentarse como atacado. Claro que lo hace impidiendo que los informadores hayan podido informar, y sin permitir el acceso a la prensa. Si no hay nada que ocultar, ¿porqué lo ocultan?

lunes, 4 de octubre de 2010

Adiós Bea

 
Tu sonrisa ya será siempre eterna. Será aquella con la que te recordamos. Adiós querida sobrina, no pudiste regresar.

jueves, 30 de septiembre de 2010

Teatro General

Bueno, pues los sindicatos de "clase" ya le han hecho el favor a Zapatero de hacerle una huelga general, para que así pueda presentarse en Europa como si de verdad se hubiera enfrentado a los sindicatos con una verdadera reforma laboral.

Esos sindicatos han intentado conseguir por la fuerza de la coacción lo que ya no consiguen de otra forma. El desarrollo de una ley de huelga es urgente si no queremos estar a merced de esta mafia.

Toxo (CCOO) ha dicho que esta huelga no pretende derribar al Gobierno, lo que no se entiende en el caso de Madrid, en donde los huelguistas acosaron la sede del gobierno regional pidiendo la dimisión de su Presidente -que no Presidenta-, Esperanza Aguirre.

Y tampoco se entiende en el caso de una verdadera huelga general, que pretende impedir que el gobierno haga algo, precisamente bajo amenaza de que deje de ser gobierno.

Lo verdaderamente patético es ver a quienes esta huelga les ha costado el sueldo de un día, jaleando a los que cobran por guiarles como borregos hacia ninguna parte.

Ahora el teatro continuará y veremos la dimisión del Ministro de Trabajo -anunciada hace meses- que se presentará como un acto más de la obra de teatro de cara a la UE. Y luego veremos a Zapatero ofreciendo diálogo jugando con las pensiones para hacer creer que los sindicatos han sacado algo, y así tener con lo que justificar sus poltronas.

Mala obra de teatro y muy cara; pero lo peor es que no sólo tendremos que verla sino además, pagarla.

martes, 14 de septiembre de 2010

Aquellos tiernos años


Una vuelta a la manzana.

En cuanto llegaba del colegio, nada más bajar del autobús que nos dejaba a un montón de nosotros enfrente del bloque de casas en el que vivíamos, lo primero que hacía era ver si ella estaba en el grupo de niñas que, haciéndose las remolonas, nos esperaban. Ellas iban al colegio de monjas que estaba cerca, por lo que llegaban antes al barrio que nosotros.


Allí estaban con su uniforme de faldas a tablas y esos calcetines azul marino. Haciéndose las interesantes mientras nosotros bajábamos del autobús pavoneándonos. Y luego empezaban las bromas, las risas y los juegos.

Recuerdo aquel sentimiento de vacío cuando no la divisaba entre las demás. El desasosiego que sentía y el deseo contenido de preguntar por ella. Hasta que alguna decía algo que me daba una pista o me aclaraba que estaba castigada en el colegio.

Y recuerdo la alegría de verla, de acercarme a ella y decirle algo. La grata sensación que me producía su sonrisa tímida y pícara a la vez. Y lo que disfrutaba acompañándola a dar una vuelta a la manzana, todo un logro de conquista.

-¿Damos una vuelta a la manzana?- Ése era el momento decisivo.

Si la contestación era afirmativa, todo un triunfo. Los que teníamos éxito éramos envidiados y admirados por los demás. Estos eran los que tenían que dar la vuelta a la manzana en grupo. Bueno, en dos grupos, el de chicos y el de chicas. Pero los que ligábamos, los que teníamos ligue, íbamos ufanos cada uno con cada una, abriendo paso y distanciados unos metros de las otras parejas.

Esa sensación de amor limpio, de ilusión sencilla, de que el mundo empezaba y terminaba allí, en aquella manzana de casas que era nuestro hogar, es algo que recuerdo con cariño y añoro con dulzura. Es algo mío, un recuerdo que está ahí. Es como un sentimiento oculto de aquel niño que fui -que quiero seguir siendo- y que no había vuelto a sentir desde entonces.

Es un recuerdo del futuro. Y mi futuro es hoy. Y hoy lo vuelvo a recordar porque me parece volver a sentirlo como entonces, con alma de niño. Y con ilusión de adulto. Temeroso y decidido. Deseando que ella quiera acompañarme en esa vuelta a la manzana. Hoy la manzana es más grande, más variada, pero no menos ilusionante.

Tiendo mi mano y te pregunto, con corazón limpio y sin vueltas, a pesar de cicatrices cerradas:

-¿Quieres que demos una vuelta a la manzana?
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lunes, 30 de agosto de 2010

Como a chinos de la China

 
Zapatero ha ido a China -a la China, dice él- como la lógica continuación de su empeño en engañarnos. Nos lleva engañando a los españoles como a chinos desde ya hace demasiado, así que es lógico que termine entre los chinos para entrenarse en seguir engañándonos como a tales.

Pero también engaña a todos los demás y hasta a los chinos. Bueno, lo intenta; el que lo consiga ya es otra cosa habida cuenta de las informaciones que corren por el exterior sobre España. De momento, según Newsweek, ya no aparecemos entre los 20 primeros países en donde mejor se vive. Ya no; ahora estamos en el puesto 21. En esa lista hemos llegado a estar los terceros. Hace poco ya estábamos en el nº 15 en el informe anual de la ONU, el Índice de Desarrollo Humano (IDH).

Ahora ya se vive mejor en Nueva Zelanda o en Singapur. Hasta Corea del Sur nos supera en el apartado de calidad de enseñanza. Finlandia sigue encabezando una lista en la que se tienen en cuenta cosas como el sistema sanitario, el dinamismo económico, la educación, el ambiente político y la calidad de vida.

Pero Zapatero está ajeno a todo eso. Bien porque engaña o bien porque ignora, el hecho es que vuelve a salir con una sandez de las suyas al hablar desde la China sobre nuestra economía. Ahora la compara con un muñeco -a mí me parece horroroso- llamado Miguelín. Si bien es cierto que tiene seis metros, ese muñeco es un bebé de pañales. Así que nuestro Presidente nos ve así, en pañales, que es como nos está dejando a todos.

Además, aquí está dispuesto a vendernos a todos a las exigencias del PNV para sacar los Presupuestos adelante y mantenerse en la poltrona. Con lo que el condado de Treviño ya puede darse por absorbido por la voracidad nacionalista, así como los fondos Sociales de la Marina además de avanzarse más en lo que los nacionalistas llaman autogobierno y que no es más que un eufemismo para eludir hablar de independencia. Y Otegui, encantado, espera ilusionado su puesta en libertad.

Esto ya sería una burla a la democracia, pues la propia democracia tal y como la entendemos en occidente nace precisamente para controlar el presupuesto. En la Edad Media los nobles y la Alta Burguesía deciden controlar los gastos del Rey, los presupuestos, y ello es la semilla de nuestras democracias.

Los Presupuestos no son una bagatela. Su control es la esencia misma de la democracia. Cierto que aquí se aprobaron unos presupuestos inviables que se han tenido que ir corrigiendo a base de decretos continuos. Lo dicho, una burla a la democracia. Pero nuestros políticos entienden la democracia como mantener sus poltronas de las que viven holgadamente a costa de todos nosotros.

Y para ello no hacen más que inventarse problemas para los que se presentan como la solución. O sea, prenden el fuego y se presentan como bomberos. Claro que así desvían la atención de los verderos problemas de la gente de a pie, para los que no saben encontrar solución y muchas de las veces agravan por su incompetencia. Así nos va y así nos quedaremos: en pañales. Tremendos pañales, eso sí.

Mientras, la oposición se entretiene haciendo cuentas para ver si le sale el número para ocupar esas rentables poltronas sin cambiar nada más que de culos. Claro que en el exterior también se dice que con Rajoy.., nada que hacer. Así que a ver si espabilamos y removemos algunos culos. Ellos no lo van a hacer.

jueves, 12 de agosto de 2010

Unas piernas femeninas.

No lo puedo remediar, reconozco que las piernas femeninas son mi perdición. Es algo que capta mi atención y hace que mis ojos se peguen a ellas como un imán. Así que me lo notan enseguida. Y es que ni disimulo ni me da la gana disimular. Y si tengo oportunidad, lo digo sin cortarme un pelo. Ello me ha llevado a situaciones de lo más pintorescas. A veces embarazosas, pero las más de las veces simpáticas e incluso sorprendentemente agradables.

A muchas de mis amigas y a casi todas mis amantes las he conocido así; primero a sus piernas. Luego esas piernas me fueron presentando a la mujer a la que pertenecían, y de ese modo las descubrí y aprecié. Claro que también hay piernas que siguen siendo piernas y sólo piernas, y nunca serán más que unas piernas. Y otras, de las que más me hubiese valido salir por piernas antes que haberme acercado.

Hay piernas largas, eternas y delgadas; y las hay pequeñas y torneadas. Y casi siempre llegan hasta el suelo. Todas las mujeres suelen tener dos y son tan malas amigas que difícilmente te dejan una para que juegues a masajista o a catador de jamones. Son unas egoístas y no practican la caridad para con el necesitado.

Pero hay algo curioso, pues si bien vendo mi alma por unos muslos medio mostrados bajo unas faldas, no me sucede lo mismo cuando paseo por la playa y las veo desde su comienzo, que en algunas es justo debajo de la axila. No. Si en ese paseo por las terrazas playeras hay alguna con faldas, sentada mostrando muslos asomados, automáticamente desaparecen de mis ansias todas las que están sin misterio, y mis detectores de complicaciones se centran sólo en ésas que aún ocultan unos centímetros.

El arte de cruzar las piernas con sensualidad es el mejor remedio anti envejecimiento. Convierte a la mujer madura en un monumento mucho más admirable y joven que una veinteañera que no posea esa habilidad. Y si ya las culminan con unos tacones de aguja, desaparece de mi percepción el resto del paisaje, sea éste playa, salón, pub o freiduría andaluza.

Si esos tacones se complementan con unas medias -lisas, eso sí, que no quiero dibujitos que me distraigan de lo importante- entonces mejor que no lleven encima a una vendedora de ruedas para escopetas, porque me termino comprando cuatro. O cinco, depende de las rodillas. Y luego, a ver qué hago con tanta rueda que ni sé para qué sirven ni tampoco tengo escopeta.

Unas piernas femeninas, todo un comienzo o todo un final. Aviso de recibimientos o de bruscas despedidas. Sorbetes de lujurias breves, certezas de fantasías.

Sé que esto no debería decirlo, que se me tachará de mirar sólo la fachada, de fetichista o hasta de salido mental. Pues bien, soy todo ello, y más, delante de unas piernas bien mostradas. Puede que hasta se me tache de viejo verde. Otro acierto; toda mi vida he sido verde, he estudiado para ello, y ahora ya he culminado mi vocación pues también soy viejo. Así que he llegado a la meta. Me siento realizado. Soy un viejo verde, me fascinan las piernas femeninas y ejerzo de admirador de sus dueñas. Y además, aún no me pienso retirar, ¿qué pasa?

miércoles, 28 de julio de 2010

Cornada catalana


Al margen de filias o fobias taurinas, en Cataluña se ha perpetrado un acto liberticida con un alto contenido antiespañol. No de otra forma se entiende la clarísima alineación de los nacionalistas en este asunto que ya llevan tiempo esgrimiendo.


El Presidente Montilla, el cordobés Montilla y aficionado a los toros, se ha apresurado a dar una rueda de prensa para dejar claro que él ha votado en contra de la prohibición. No es con prohibiciones de tradiciones y de aficiones como se construye una convivencia. A partir de 2012, los aficionados catalanes tendrán que salir de allí para ver una corrida.

Recuerdo como los aficionados al cine, o simplemente a la exhibición cinematográfica de anatomías sensuales, teníamos que ir a Perpignan para saciar nuestra afición por vivir bajo un régimen dictatorial que anulaba libertades. En Cataluña se está volviendo a ello a marchas forzadas. En dos años tendrán que repetir esas excursiones liberalizadoras.

Allá por el año 40, recién terminada la guerra y con los sentimientos revanchistas a flor de piel, el franquismo multaba a comercios catalanes por no rotular en español. Ahora se hace al contrario, pero el efecto es el mismo: un atropello a la libertad.

Hoy el Parlamento catalán ha perpetrado otro atropello a la libertad. Nadie imponía a nadie ir a los toros. Yo no he ido nunca, por poner un ejemplo, pero jamás se me hubiera ocurrido prohibir a nadie que lo haga.

El cuento chino de que si no es arte, que no es cultura, que si es una salvajada, etc., no es otra cosa que la vergonzante excusa de quienes son unos sectarios que pretenden imponer sus criterios a los demás por los pelos, por la matemática parlamentaria, pero sin el suficiente consenso social y atropellando el deseo de muchos.

No es el camino. La división nunca ha sido el camino más que para el enfrentamiento. Todo lo contrario de la tarea de los gobernantes y de quienes han sido elegidos para que la sociedad prospere sin crispaciones ni enfrentamientos. No se pueden legislar los sentimientos, y cuando se hace, la Historia nos enseña cuales son los verdaderos objetivos y, lo que es peor, cuales han sido los resultados.

En Amigos de Alicante

martes, 27 de julio de 2010

Carreteras recaudatorias.

Carretera local de un municipio pequeño en la costa, ahora atestado de turistas. Control de carretera. No es la Guardia Civil sino la Policía Municipal de ese pequeño Ayuntamiento quien bloquea la estrecha carretera apartando aleatoriamente vehículos al arcén.

El agente se acerca con cara amable, se lleva la mano a la visera de la gorra a modo de saludo y, mientras nos obliga a bajar la ventanilla anulando el fresquito del aire acondicionado, dice:

-Buenas tardes. Su carnet y los papeles del coche, por favor.

-No me da la gana. Ya estoy harto de este atropello con el único objetivo de equilibrar las arcas vacías de Ayuntamientos mal gestionados.

-¿Como dice?

-Digo que no me da la gana de darle los papeles. Si quieren papeles, al Pryca. Allí hay unos hermosos rollos higiénicos que les servirán a sus concejales, Alcaldes y a sus respectivas madres para limpiarse el culo todo lo que quieran. Pero a mí que no me den por ahí.

-Esto es rebeldía ante la Autoridad.

-Pues dispáreme. O enciérreme donde no encierran a los sinvergüenzas que nos roban por doquier.

-Señor, yo no le he faltado al respeto. Si se niega, tendré que detenerlo.

-Ya sé que usted solo está ganándose su sueldo que, aunque garantizado mucho más que el del resto de trabajadores, también peligra y se lo han devaluado. Pero yo ya estoy harto de que me estén amargando mis vacaciones y haciéndome pasar calor día sí y día también para ver si me sacan algún euro por alguna irregularidad que en absoluto es competencia de su Ayuntamiento.

-Baje del coche.

-No me da la gana.

La cara del agente es un intento de mueca de seriedad a la que el desconcierto convierte en cómica. ¿Y ahora qué hace con este señor ya entrado en años y de afable aspecto?

Evidentemente lo anterior es pura ficción, me refiero a la respuesta, no a los controles recaudatorios. Pero a este paso podría darse el caso y lo extraño es que no se haya dado de forma masiva.

Lo de este verano en estos ayuntamientos turísticos es absolutamente intolerable. No son controles para velar por la seguridad, en absoluto; son asaltos a mano armada a quienes pasan por algunos términos municipales en quiebra económica y que pretenden sacar tajada a base de multas por determinadas faltas administrativas. Un ejemplo: si a usted se le ha pasado la fecha de la ITV, la multa será de más de dos veces lo que cuesta la ITV. Claro que le harán una rebaja del 50% si no pone pegas y la paga. Le dirán que tiene 15 días para arreglar la situación, pero la realidad es que pasadas veinticuatro horas, pueden volver a multarle por lo mismo. Un robo en toda regla.

El problema serio viene luego, porque aquí vivimos ya en un estado policial y confiscatorio pues, sin orden judicial alguna, sin sentencia, la Agencia Tributaria convertida en el Gran Confiscador, puede embargar su cuenta corriente sin aviso previo y cobrarse dicha multa aunque su familia se quede sin comer el resto del mes.

Lo de la tremenda mentira sobre la efectividad de las medidas coercitivas en la seguridad en carretera, da para otro, y para muchos, artículos más. En otro momento.

domingo, 25 de julio de 2010

Portero automático

Recuerdos y Reflexiones
Pues eso es precisamente lo que ahora tengo en donde vivo. Atrás quedaron esas casas en donde tenía que saludar y saludar cada vez que entraba y salía. Ya no tengo que enterarme de la vida de nadie porque una vecina me la deje caer diciendo que se lo ha dicho el portero. Ni tampoco tengo a nadie que se encargue de bajar la basura todas las noches. Así que lo cortés, por lo valiente.

Siempre he vivido en casas en donde había portero, que además vivía allí, en la portería. Desde pequeño he oido eso de "son cosas de portera", dicho de forma peyorativa, referido a cualquier rumor o cotilleo. En realidad, excepto en casa de mis padres en Madrid, la portera era alguien que se supone vivía en casa del portero, pero que no ejercía. En casa de mis padres, Felipa era un símbolo. Taciturna y de luto, con moño, delantal y escoba en ristre, hacía las veces de escudera de su marido, Dositeo, figura emblemática de mi adolescencia.

Dositeo era un portero de los de ley, con su uniforme azul marino y botones dorados, además de uno gris para los momentos de faena. Recio y brusco, soltaba unos tacos del diez, por lo que los chiquillos se empeñaban -nos empeñábamos- en hacerle perrerías tan sólo por oírle bramar mientras huían espantados y divertidos. Luego se sonreía cuando creía no ser visto. Una figura entrañable.

A medida que crecíamos su complicidad semejaba la de ese abuelo que quiere tapar tus desparrames de nuevas experiencias adolescentes, y luego al pasar el tiempo se alegra de tus progresos de juventud. Lo vi envejecer y me dolió su deterioro a causa de ese terrible mal que adelanta la muerte, dejando a la persona sin memoria de uno mismo ni consciencia de su vida vivida. Su muerte me dolió, era como de la familia. El portal dejó de pertenecerme cuando él desapareció. Mientras él vivió, aquel portal seguía siendo algo mío a pesar de haber dejado la casa de mis padres hacía una eternidad.

Fue él quien me comunicó la muerte de un amigo -hermano casi- al volante de su recién estrenado coche comprado con el dinero ganado en su vuelta al mundo en el Juan Sebastián Elcano. No pudo disfrutar de sus recién ganados galones y un despiste lo congeló en mi memoria con poco más de veinte años. Es curioso, lo recuerdo como amigo, como igual a igual, no como a un crío de veinte años. Dositeo lloraba como un niño cuando nos dijo que había venido la Guardia Civil...

Esa memorable figura nada tiene que ver con otros porteros que he tenido. Cierto es que no he hablado con ellos más allá de esos buenos días o alguna consulta referente al próximo corte de agua. A excepción de ese saludo obligado en Navidades al tiempo de entregarles su aguinaldo y alguna botella con dulces.

Dositeo no era dado a chismorreos, aunque te enterabas de todo por él. Pero jamás supe que se hiciera eco de crítica o cotilleo alguno. Toda una excepción para confirmar la regla, tal vez.

Ahora tengo uno automático, aunque siguen quedando de los otros, de esos que automáticamente se hacen eco y propagan todo tipo de chismorreos sobre quienes tal vez odian íntimamente. O sobre quienes consideran señoritos, pero que en definitiva no son otra cosa que esos que al fin y al cabo les pagan su sueldo para vivir como señoritos. O sea, los señores de la casa.

sábado, 24 de julio de 2010

El alegre PP


Las encuestas acercan al PP a la mayoría absoluta


Ya está, -dirá Rajoy- ya lo conseguí. Pero no es así. No lo ha conseguido el PP sino la impericia de Zapatero y su total falta de capacidad para gestionar.

Zapatero es un político de salón, es un político para la política, no para gestionar nada. Al PSOE lo ha desmantelado, al igual que a la economía y casi al país entero. Pero él consigue estar donde quiere. Su objetivo lo cumple, lo malo es que su objetivo es estar en el poder, no aprender qué hacer con él.

Así que en el PP están de fiesta. Y lo están porque tal parece que su objetivo es el mismo: el poder por el poder. Rajoy ha incumplido promesas electorales, ha traicionado las esperanzas de muchos de sus votantes, ha dado la espalda a quienes veían al PP como garante de una España vertebrada y unida. Y este PP no es garante de nada de eso.

Cierto que en sus filas hay gestores magníficos, pero hoy por hoy están en la sombra. Los tienen en segunda fila apagados por el relumbrón de quienes no tienen otro cálculo que el electoral. Hasta ahora, este PP ha dicho una cosa y hecho otra. Le decía al Gobierno lo que no debía hacer y luego permitía con sus votos que lo hiciera.

En cuanto a la política linguística, el PP hace donde gobierna lo contrario que prometía. Sus críticas a los nacionalismos se trocarán en abrazos -ya han empezado- para conseguir votos tal como lo que tanto critican a Zapatero. Será más de lo mismo pero hecho por otro partido. Presumiblemente mejor gestionado, pero tan poco fiable como lo que tenemos y ahora critican.

No sería buena notica una mayoría absoluta de este PP de Rajoy apeado de sus principios y apuntado al electoralismo, no. Quienes aún pensamos que la unidad hace la fuerza, y que el dispendio autonómico no solo es insoportable económicamente, sino que nos hace la vida más incómoda a los que no nos quedamos encerrados en la aldea, no tenemos más remedio que esperar que un partido bisagra, que crea en esa unidad y en esa necesaria vertebración del Estado, consiga forzar a un futuro Gobierno a tomar decisiones que edifiquen lo ya demolido precisamente porque el gobierno actual necesitaba apoyos y los buscó en quienes, no sólo no creen en España, sino que no se esconden para forzar su desaparición como Estado.

Un PP en el poder tendría que acometer duras medidas de recorte del gasto, pero no tendría a los sindicatos haciéndole la cuna. Sin una reforma de la ley que regula la función sindical, seguiremos con el lastre de unos sindicatos que heredan del anterior régimen su condición institucional y financiación pública en el más puro y duro estilo franquista.

Sin arreglar eso, sin afianzar reformas estructurales y constitucionales, jamás funcionará la economía más que a remolque de otras. Y puede que ni siquiera.

martes, 6 de julio de 2010

Gran Blanco humano




Narrativa experimental, por Antonio Elvira

Le pareció vislumbrar apenas como una mancha oscura que pasaba justo por debajo de sus pies. Un escalofrío le hizo hinchar el pecho y le llegó hasta la nuca. Sus sentidos se nublaron por un momento... Casi con desesperación metió la cabeza en el mar e intentó ver algo. El agua no estaba muy turbia y podía ver la masa clara de la arena del fondo a poco más de dos metros y medio de profundidad. Casi hacía pié... Al girar la cabeza hacia la izquierda sí vio algo grande y cerca, muy cerca. El roce vino inmediatamente. Fue en su rodilla izquierda donde notó que algo le pasaba rozando, áspera y rápidamente. No veía bien, las gafas las había dejado en la orilla, en la camisa, y como nadaba con los ojos abiertos, no se había puesto lentillas; y además bajo el agua peor aún. 

Su impulso inmediato fue intentar salir del agua. Como fuera. Para ello y sin pensarlo, encogió las piernas hacia sí mismo e introdujo las manos hacia abajo hasta apoyarlas en la masa que pasaba rozándole. E intentó ponerse de pie sobre ella para impulsarse fuera del agua. Quería saltar; saltar alto, lejos del agua, hasta sostenerse en algún lugar inexistente que le permitiera no tener el más mínimo contacto con el mar.

Al hacer dicho intento, se encontró de pronto con medio cuerpo fuera del agua y propulsado hacia arriba y hacia adelante. Se había impulsado sobre algo que se movía deprisa hacia la orilla. Sus pies no resbalaron; por unos breves instantes pudo mantener un precario equilibrio mientras, borrosamente y como a un metro y medio a su derecha, y en la posición de las dos en un reloj, vió apenas, entre salpicaduras y a través de su miopía, otra masa sumergida. Y sobre ella, algo que surcaba el agua dejando una estela de espuma que pasaba por su costado derecho. Todo era caótico; vislumbraba la playa con los colores de las sombrillas, de la gente y de sus bañadores, formando un borroso calidoscopio que parecía muy cercano. Tenía que llegar allí como fuera. Tenía que alejarse de esta estúpida e incomprensible situación que le tenía bloqueado por un pánico incontrolable.

Y saltó. Sí, saltó. Se impulsó con todas sus fuerzas hacia aquella nueva forma que le ofrecía algo a lo que agarrarse, algo que surcaba el agua dejando una estela de espuma. Su pecho topó con algo duro y áspero, flexible pero firme. Sin saber cómo, se encontró asido a algo y se agarró como pudo a ello apretándolo a la vez contra su cabeza para no despegarse. Era como una tabla, una tabla de salvación que se movía y lo acercaba a la orilla. Entre sus piernas y muslos algo se movía de lado a lado produciéndole fuertes golpes, hasta que logró ponerse a horcajadas y apretarse fuertemente para no sentirse desmontado de esta improvisada y desconcertante cabalgadura. Las salpicaduras del agua salada y la espuma le tenían despistado y le impedían tomar el aire con naturalidad. Estaba tragando agua y no veía donde estaba. Pero estaba seguro de que se acercaba a la orilla... Algo le acercaba a la orilla.

Intentó afianzar su postura y quiso acercar las rodillas hacia su pecho mientras seguía a horcajadas sobre su montura. Quería protegerse, recogerse lo más posible. Una posición fetal, ¡sí, eso era! ¡Una posición como la de un jockey sobre su caballo! Pero la parte superior de sus muslos topaban con algo que le impedían adoptar dicha postura. Aguantó la respiración y consiguió subir una rodilla sobre dicho tope. Primero fue la derecha, y eso le hizo tener que agarrarse con más fuerza para evitar ser desmontado. Consiguió también repetir el movimiento con la otra pierna. La postura era extraña e inestable. Presionó con las rodillas como quien pasa de una posición fetal, similar a la del musulmán orante, a otra posición erguida sobre sus rodillas. Inexplicablemente ese movimiento hizo que su posición semisumergida se impulsara hacia arriba y quedara con el agua a la altura del pecho, sujetándose firmemente con ambas manos a algo estrecho justo delante suyo y que surcaba el agua hacia la playa.

Su visión escasamente nítida, propia de una alta miopía, no le impidió darse cuenta de lo inaudito de la situación. Estaba cabalgando rápidamente hacia la orilla, ¡cabalgando sobre un tiburón! ¡Y era grande! ¡Estaba sentado en el lomo de un tiburón, las rodillas sobre sus aletas pectorales y agarrotado más que agarrado a su aleta dorsal que tenía justo delante!

Empezó a chillar. No sabía si para pedir ayuda para su comprometidísima situación, o para avisar a los bañistas de lo que pasaba para que se protegieran. Pero chillaba. Gritos potentes y cortos. Las rodillas le permitían cierto control de la situación, conseguía mantener el equilibrio a pesar del movimiento de vaivén lateral cada vez más rápido. Pero además, cuanto más intentaba erguirse, más sobresalía el tremendo animal del agua. Casi intuía sus ojos a ras de la misma. La gente corría hacia la orilla a su lado... ¡Corrían! ¡Hacían pié!

De repente sus pies sintieron el contacto con la arena. La notó en sus empeines. Enseguida dejaron de avanzar. ¡Habían embarrancado! Pero él seguía asido con fuerza al animal que de pronto empezó a dar unas fortísimas sacudidas. ¡Lo iba a descabalgar! Se iba a caer al agua justo al lado de este monstruo. Se intentó abrazar a la aleta, ¡tenía que pensar!

No hizo falta. De pronto estaba rodeado de varios hombres que le sujetaron e intentaban agarrar al bicho. Tiraban de él con fuerza... Gritos, salpicaduras, bandazos, tirones... Hubo un momento en que perdió la noción de lo que pasaba.

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El aire susurraba agradablemente en sus oídos un ligero zumbido y movía suavemente su pelo. A su alrededor todo era azul claro y se sentía liviano. A su lado, una gaviota parecía suspendida en el aire. Sus plumas se mecían mientras su cabeza miraba a un sitio y a otro con rápidos y bruscos movimientos; como a saltitos. Miró hacia abajo. La playa, las sombrillas, la gente, la orilla,...

Estaba en el aire, flotando en el aire, sin esfuerzo, con una gaviota al lado que lo ignoraba... ¿Pero qué..? Había un grupo de gente, como un corro. No muy lejos, un gran pez en la orilla, y sangre, mucha sangre. ¿Y el otro? Había otro. El primero; desde el que consiguió saltar hacia ese que estaba ahí. No lo veía. Pero bueno, a éste lo han cogido. Han conseguido matarlo, parece.

Y oye su propia voz que le dice:
-Yo lo llevé hasta allí...-¿Yo?


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Cuando volvió a recuperar la consciencia estaba tumbado sobre una toalla, en la playa, boca arriba y rodeado de gente. Le pareció ver.., ¡sí era él! ¡Era su hijo mayor! Lo veía borroso pero era él. No le habían puesto las gafas, por eso no veía bien. Ahora se las pediría, estaban en su camisa al lado de la sombrilla. Se notaba dolorido y cansado, pero no especialmente. Aturdido sí; sin ganas de incorporarse ni de levantarse de momento. Bert, su otro hijo, también debía de estar por aquí... Se habían reunido después de tiempo para ir a la playa. Un baño rápido antes de que llegue la hora de la avalancha de bañistas, y a casa dando un paseo. Después, una comida familiar; de reencuentro y para darles una sorpresa. Su vida iba a dar un giro importante y quería comunicárselo.

-¡Tom! ¡Tom, hijo, mis gafas! Están en mi camisa al lado de la toalla grande... - pero no se oía a sí mismo. Estaba seguro de haber hablado en un tono de voz razonable, pero no oyó nada. Debían de habérsele taponado los oídos con toda esta odisea. ¡Un momento! ¡Sí, Tom le había oído! Se giró y se acercó rápido hasta casi abalanzarse sobre él.

-¡Papá, papá! ¿me oyes?- Tenía los ojos rojos. Muy rojos. Mira que le había dicho mil veces que no buceara sin gafas en esta playa. El agua no estaba demasiado limpia; a él a veces le producía hasta urticaria... Los ojos rojos y llorosos. ¡Ya había cogido alguna alergia..! Y es que por mucho que crezcan siempre seguirán siendo unos críos...

Poco a poco pareció dormirse. Los sonidos y colores de su alrededor se fueron apagando y difuminando sin poderlo evitar. Todo se volvió oscuro, de un profundo color azul casi negro. Ya no estaba cálido, ni notaba que estuviera apoyado sobre nada. Se sentía húmedo. Más que húmedo, empapado. Y el agua estaba fría. Lo notó especialmente cuando pasó por su garganta.., al respirarla.

No veía nada en aquella profunda oscuridad, pero sabía por donde iba. De alguna forma percibía todo lo que había a su alrededor. Alguna parte de su cuerpo parecía tocar algo a pesar de saberlo lejano. Notaba que había algo grande flotando a lo lejos.Y de algún modo también sabía que al lado de aquel lejano objeto grande había algo más pequeño que se movía. Y él sin saber ni cómo ni porqué, se acercaba hacia allí.


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Ella ya no podía aguantarlo más. Apareció en su vida cuando intentaba encontrarla de nuevo tras un fracaso emocional, y se agarró a él como a clavo ardiendo. Cuando se encontraba sola y desfallecida, él le tendió la mano. Pero ahora se había convertido en una carga.

No sabía como despegarse y hasta le daba reparo hacerlo. Le debía mucho, no podía hacerle daño. Seguro que esto se pasaría y no sería más que una crisis. En realidad no pasaba nada, todo era igual que siempre. O puede que eso fuera precisamente lo que ya no soportaba. Por eso aceptó la invitación de estos amigos. Le merecían toda su confianza. Nunca había pernoctado en un yate y era una oportunidad de probar esa experiencia. Se sentía nerviosa por ello, y tampoco sabía si se marearía ahí dentro. Pero le hacía ilusión la idea. Por eso le mintió para hacer esta travesía.

Ignoraba lo que había pasado. Estaba dormida en el camarote de proa cuando sintió un tremendo ruido; como si la cabeza le hubiera estallado. Luego, no sabía cómo, había terminado en el agua helada, intentando bracear para sacar la cabeza y respirar. Allí veía la embarcación, la popa, o así creía recordar que ellos llamaban a la parte de atrás. Parecía mucho más alta que cuando se encontraba a bordo. Curiosamente, también veía la hélice.., y estaba fuera del agua.

No veía a nadie más en el agua. El mar estaba tranquilo y había cosas flotando a su alrededor. Entonces pasó. Fue un tremendo fogonazo que le pareció a cámara lenta. El ruido lo sintió como si le hubieran apretado con fuerza los oídos de golpe. Pero le dió tiempo a meter la cabeza bajo el agua para evitar las llamas que venían hacia ella. Al sacarla de nuevo el panorama era muy distinto. Había humo. Ya no estaba la popa del barco. Y ahora sí veía a alguien en el agua, como a unos quince metros. Estaba boca abajo y no se movía.

De repente sí se movió. Fue un movimiento brusco, aunque no daba señales de vida. Se hundió de golpe y volvió a emerger. Inmediatamente recorrió deprisa unos cuantos metros hacia ella y se paró. Luego se repitió el movimiento hacia su izquierda. Mientras se movía pudo ver su cara que apenas sobresalía del agua. Era la pareja de Adrian, nunca se acordaba de su nombre. A su alrededor, el mar parecía tener un tono rojizo

El agua pareció agitarse a su lado y algo le golpeó la pierna derecha.


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Casi no oyó la sirena de la ambulancia en la que le transportaron hasta el hospital. Ahora ya estaba en una cama, en la UCI, conectado a una miríada de aparatos, pero no tenía conciencia de ello. El Gráfico de la actividad cerebral fue apaciguándose a medida que se veía de nuevo envuelto en esa especie de sueño que le vaciaba de sí mismo...

Ahora percibía -sin saber de qué modo- que se acercaba más hacia aquello que le pareció tocar a pesar de su lejanía. Hacía un momento que una tremenda sacudida había estremecido su cuerpo e hizo que avanzara aún más deprisa. Notaba un sabor en el agua que le excitaba y le impelía a moverse más rápido. Todo a su alrededor tenía un color azul cada vez más claro, y por arriba notaba aún más luminosidad.

De algún modo sabía que había movimiento en el lugar a donde se acercaba. Y ese agradable sabor en el agua se hacía más intenso. Ahora ya había mucha luz, hasta notaba el sol en su espalda mientras percibía la velocidad del agua recorriendo su cuerpo.., mientras avanzaba.

Ya veía algo. El agua estaba llena de restos destrozados, de tejidos que flotaban a media altura adquiriendo formas fantasmagóricas. Trozos de madera, de muebles.., y de cosas comestibles. Vió bancos de peces mordisqueando lo que parecían trozos de carne. Algunos con jirones de tela.

Una gran actividad llamó su atención cuando todo su cuerpo sintió, casi tocó, las vibraciones que producía. Se dirigió a comprobar de qué se trataba. Vió al menos tres peces grandes, tiburones, tratando de arrebatarse de forma frenética lo que le pareció una muñeca de trapo. De pronto dejó de parecer muñeca pues su melena rubia desapareció, junto con su cabeza, dentro de las fauces de uno de los grandes peces que se la disputaban. Otro de ellos se alejó del grupo y se acercó a algo que se movía en la superficie.

Vió claramente su silueta tratando de nadar. Era una mujer. Su cuerpo apenas cubierto con una sutil tela que impedía sus movimientos. De una de sus piernas se desprendía como un hilillo de color rojo. Le llegó su sabor. Con unos rápidos movimientos alcanzó una gran velocidad y se dispuso a aguantar el topetazo contra ese rival que se dirigía hacia el mismo lugar. Le dió de lleno bajo las aletas y lo impulsó fuera del agua por el fortísimo golpe. Cuando volvió a caer, de su boca y espiráculos salía sangre en abundancia. Su nadar, impulsado por cortos y rápidos movimientos de la cola, se volvió una espiral que recorría boca arriba, con la boca abierta. Los otros dos se abalanzaron sobre él arrancándole trozos de carne.

Todo esto le produjo una tremenda excitación. Nadaba rápido, nervioso, dando círculos y subiendo y bajando sin perder de vista el espectáculo y saboreando la mezcla de sabores que le venían. Pero no dejó de observar ni por un momento aquella silueta que flotaba envuelta en gasas, y que trataba de mantenerse a flote a duras penas.

Se acercó despacio, por debajo y girando alrededor de ella. Subiendo poco a poco, hasta que casi sacó la cabeza del mar. Su gran ojo negro la miró mientras ella apenas sacaba los suyos del agua. Notaba el sabor de la sangre que perdía por la herida de la pierna. Alguno de los otros había logrado morderla.

Ella alargó su brazo hacia él, intentaba agarrarse. Se acercó despacio y dejó que lo hiciera. Y así, con ella casi encima de su espalda, empezó a alejarse para llevarla a sitio seguro.

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Ella ya no podía más, había visto como su amiga desaparecía y aparecía delante de ella entre salpicaduras de agua y sangre. Estaba paralizada por el pánico. El golpe que antes le pareció sentir en la pierna empezaba a doler. A duras penas logró tocar su pie por ver si aún seguía ahí. Sabía que estaban siendo presa de tiburones, y que nada podía hacer. Tampoco podía moverse, estaba entumecida y tiritando. No sabía si de miedo o de frío. Estaba a punto de perder el conocimiento.

Y entonces lo vió. Su expresión relajada le ofreció confianza. Estaba ahí, sonriente, ofreciéndole la mano para que se cogiese. No sabía quien era ese hombre, pero se agarró a él. Era una milagrosa tabla de salvación. En cuanto lo tocó, desaparecieron el pánico y la sensación de estar en un mar rodeada de tiburones. Notó como avanzaban flotando... Fue cuando se desmayó.

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Tenía que nadar con cuidado de no descabalgarla, ella iba como dormida y por eso era él quien debía procurar que su cabeza permaneciera fuera del agua. Eso le obligaba a su vez a nadar con buena parte de la suya fuera, por lo que llegaba a verla sobre su lomo. Se dirigía hacia la costa, debía llevarla a tierra, la notaba fría y su pierna no dejaba de sangrar.

Buscaba una playa tranquila donde dejarla, aunque si no se despertaba podría ahogarse incluso en un palmo de agua. Debería esperar a la pleamar para intentar dejarla lo más fuera del agua posible, pero ello tenía el tremendo riesgo de que él no pudiera retornar al mar. Podría quedar varado a su lado y morir dándole la vida. Estaría dispuesto a ello tan sólo si tuviera la certeza de que ella viviría, pero no tenía esa garantía a la vista de su estado. De algún modo tendría que atraer ayuda hasta donde la depositara.

Ya no podía acercarse más, la arena rozaba su vientre y tenía buena parte de su lomo fuera del agua. Logró descabalgarla, pero ella quedó boca abajo. Así no podía respirar.., y no despertaba. Así que con unos coletazos la acercó más a la orilla. Ahora ya estaba totalmente apoyado en la arena y con medio cuerpo fuera. Pero no podía darle la vuelta para que su boca no estuviera sumergida. Si respiraba un par de veces agua, moririría sin enterarse.

Con tremendas sacudidas de todo su cuerpo, consiguíó avanzar un par de metros hacia la arena de la playa empujándola. Ahora sí quedó boca arriba y fuera del agua. Era una mujer hermosa, de una epléndida madurez. Y dormida, parecía un ángel.

Pero recordó que no estaba dormida sino muriéndose. Tendría que hacer algo y rápido. Aunque lo primero era conseguir volver al mar, no podía respirar.

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En el hospital la enfermera había alertado al cuadro médico. Los instrumentos habían empezado a pitar y el cuerpo maltrecho del herido se agitaba compulsivamente. Incluso dando saltos sobre la cama. No entendía como podía hacerlo a pesar de haber perdido las extremidades. Nunca creyó que esa persona saliera viva de allí. Era muy posible que ya ni fuera suya la sangre que corría por su mutilado cuerpo tras tantas transfusiones.

Los médicos ordenaron administrarle más relajante muscular y sedación. La cama estaba empapada. Algo debía de haberse derramado sobre el herido con tanto movimiento. Pidió ayuda para cambiarle las sábanas.

Sabía que el accidentado había sufrido un extraño ataque de tiburón. En la playa, ante la gente. Por lo visto aparecieron dos tiburones en la misma orilla. Uno escapó. A este pobre hombre le habían mutilado por completo. Su familia estaba en la salita de afuera desde entonces. Ya hacía dos días y el hombre aguantaba vivo de forma inexplicable. Tenía una expresión serena, afable y varonil. Claro que no lo vió consciente nunca.

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Estaba agotado. Al borde de sus fuerzas. Se había quedado casi boca arriba sobre la playa en donde apenas había un palmo de agua, y no conseguía volver al mar. La piel se le estaba secando y ya empezaba a dolerle. Desde donde estaba no podía verla y además tenía los ojos llenos de arena, pero la última vez que la vió aún estaba sin conocimiento tumbada en la playa. No entendía qué hacía aquí, preso en un cuerpo que no era el suyo y percibiendo cosas que no entendía.

Notó que la desesperación hacía mella en él y de alguna forma supo que no podía permitírselo. En un esfuerzo más, tensó sus músculos y empezó a arquearse con fuerza, hasta que casi empezó a botar sobre sí mismo. En uno de esos saltos el agua le llegó a cubrir la boca, pero no era suficiente. Para respirar necesitaba desplazarse, que el agua corriera por dentro de su boca y saliera por los espiráculos. No tenía forma de bombearla él mismo.

En vez de saltar, ahora intentó avanzar con fuertes coletazos. Avanzó algo, pero no suficiente. Notaba la falta de oxígeno en todo su cuerpo. Tenía que seguir intentándolo, no hacerlo significaba morir asfixiado. Pero sus músculos ya no le respondían igual. A pesar de ello siguió esforzándose.
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Uno de los helicópteros había localizado algunos restos. Se recibió un aviso automático de socorro, pero al poco tiempo la señal desapareció. Esos restos podrían tener algo que ver con eso. La embarcación de salvamento no tardaría en llegar, no estaban tan lejos de la costa. Mientras, estaban a ras de agua buscando.

Eso que flotaba parecía un chaleco salvavidas... Estaba destrozado, pero aún sostenía lo que parecían los restos de un tronco humano. En el chaleco se veían claramente las mordeduras. Esos pobres, fuesen quienes fuesen, habían sido rematados por los tiburones, por inusual que eso pudiera parecer en estas aguas. Aunque hacía un par de días había sucedido aquel extraño ataque en la playa. Habría que activar la alarma para intentar localizarlos y acabar con esa amenaza.

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Había conseguido adentrarse en el agua. La arena del fondo rozaba su vientre pero podía moverse. Sin embargo, no encontraba modo alguno de alejarse de la playa. Un banco de arena lo separaba de mar abierto y en su estado no se atrevía a intentar superarlo con tan poca profundidad. Antes tendría que nadar de un lado a otro para oxigenar de nuevo todo su cuerpo y renovar energías.

De vez en cuando sacaba su ojo a ras de agua y borrosamente la veía tumbada en la arena sin moverse. Hasta que la marea no subiera de nuevo, no podría traspasar ese banco de arena que ahora le hacía imposible ir a ninguna parte. El trecho de agua en el que podía moverse no tendría más de doscientos metros, por lo que no hacía más que ir de un extremo a otro para que el agua pudiera pasar por sus branquias y respirar su alto contenido en oxígeno. De quedarse quieto, se asfixiaría.

Habrían transcurrido varias horas desde que consiguío dejarla fuera del agua, cuando le pareció ver movimiento en la playa. Parecía un grupo de gente que se dirigía hacia donde ella yacía. Intentó sumergirse más, pero no podía; su aleta dorsal y parte de su lomo tenían que ser visibles desde la orilla.
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El aviso llegó al piloto del helicóptero que buscaba por la zona del naufragio. Tenían que dirigirse a la costa a recoger a un posible superviviente del siniestro. Comunicó a sus acompañantes que se prepararan para recibir a un herido. Por lo visto era una mujer; presentaba un mordisco en una pierna y un pésimo estado general. La habían encontrado en una playa a la que parece que le siguió uno de esos bichos.

Al despertar se vio rodeada de médicos y enfermeras. Uno de ellos se dirigió a ella amablemente diciéndole que ya pasó todo, que estaba bien y que se relajara. Le dijeron que estaba en la Unidad de Cuidados Intensivos para vigilar cualquier cambio en su estado, pero que no tenía nada irreparable. Lo de la pierna era un corte y ya lo habían suturado, casi no le quedaría marca. Pero ella sentía frío y se encontrada muy mareada.

Cuando se alejaron pudo ver otras camas con enfermos. La más cercana ... ¡el corazón le dió un salto! ¡Esa cara! ¡Ese hombre era quien la había salvado, estaba segura! Quiso incorporarse pero no pudo, y poco a poco se fue desvaneciendo hasta quedar profundamente dormida sin apartar su mirada de él.

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Mientras, en la playa se había organizado una operación para capturar al tiburón. Era un formidable ejemplar de tiburón blanco, el gran blanco de algunas leyendas marineras. Aunque no parecía que el objetivo fuera capturarlo con vida. Varios de los hombres iban armados con escopetas, al margen de si iban de uniforme o no. Algunos uniformados trataban de poner orden y de alejar a la gente de la orilla pero sin éxito alguno.

Cuando el helicóptero volvió e hizo una pasada rozando al agua, justo por donde se veía la aleta sobresalir, se produjo el caos. El agua salpicaba alrededor del gran escualo mientras el fragor de los disparos se fundían con el del motor del helicóptero. Inútil resultaba el altavoz desde el que un policía intentaba calmar el desenfreno de los tiradores. El helicóptero tuvo que elevarse para no ser dañado por algún disparo perdido.

Sabía que de quedarse allí estaría perdido. Había sentido la mordedura del plomo de los disparos sobre algunas partes de su cuerpo. Nadaba frenéticamente de un lado a otro del corredor de agua en el que se encontraba atrapado. Empezó a notar el sabor a sangre, de su sangre. Uno de los disparos le perforó la aleta dorsal. Notó como parte de ella se volatizaba al recibir el impacto de una miríada de balines de plomo.

Así que lo hizo. Se lanzó hacia el banco de arena hasta quedar embarrancado en él. Tenía medio cuerpo fuera del agua y comenzó a agitarse y a coletear compulsivamente para intentar avanzar y llegar a aguas más profundas. Recibió más de un impacto y sentía que perdía sangre. Mientras saltaba, la sangre salía de su boca y de varias heridas a lo largo de su cuerpo.

Algunos de sus acosadores se habían adentrado en el mar hasta la cintura para asegurarse el blanco. Y lo estaban consiguiendo mientras él seguía esforzándose en avanzar desesperadamente con fuertes coletazos.


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Se despertó sobresaltada. Había actividad en la cama donde lo había creído ver antes. Estaba rodeado por médicos y enfermeras y parecía que intentaban sujetarlo. El suelo estaba totalmente encharcado de lo que parecía agua. Un impulso irresistible la empujó a erguirse. Sin apartar la vista de aquella escena, fue desprendiéndose de todo aquello que tenía conectado a brazos, pecho y nariz. Eso hizo que algo empezase a pitar de forma insistente. Una de las enfermeras se giró e intentó acercársele, pero resbaló y cayó en el charco de agua.

Ella logró ponerse de pie y se fue acercando despacio, descalza. Notaba el agua fría en sus pies. Entonces pudo verlo, tenía el cuerpo extrañamente pequeño y totalmente envuelto en tela blanca sorprendentemente empapada. Se agitaba de forma tremenda y desesperada, pero mantenía sus ojos cerrados. Los aparatos médicos a los que estaba conectado no paraban de soltar pitidos. De algún modo se hizo un hueco entre los que intentaban sujetarle y acercó su mano hasta que pudo tocar su pecho.

Sintió que estaba mojado y frío. De pronto se calmó y entreabrió sus ojos mirándola. Cuando él esbozó una sonrisa ella se estremeció y retiró súbitamente la mano. Creyó ver en su boca varias filas de dientes, pero enseguida reconoció esa sonrisa que le hizo avanzar hacia él cuando la salvó. Todo parecía que sucedía a cámara lenta. Distraídamente se llevó la mano a la boca mientras le devolvía la sonrisa.., notó el sabor a agua salada. Volvió a acercar la mano a su pecho y él cerró despacio los ojos mientras no los apartaba de los suyos. Una repentina tranquilidad se apoderó de ella mientras los pitidos de los aparatos dejaron de sonar.


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En la playa la vorágine de gritos y disparos continuaba. Ya no había forma de que el animal pudiera escapar de allí. Estaba quieto y ensangrentado. La mitad superior de su cuerpo estaba fuera del agua y se veían las heridas de múltiples disparos. Parecía un gran juguete roto, con el agujero para colgarlo del estante justo en su aleta dorsal.

Algo le había paralizado y no eran los disparos. Había sentido su mano y visto su sonrisa. De algún modo, así había sido. Una tremenda tranquilidad le invadió al saberla viva. Sacó fuerzas de donde no las tenía y de tres soberbios coletazos superó la barrera de arena. Ya no le quedaron fuerzas más que para mover instintivamente la cola mientras iba ganando profundidad. Todo empezó a hacerse más oscuro a medida que poco a poco se hundía... Y una gran paz le invadió.


FIN


Epílogo:

En esa casita cerca de la playa vive una hermosa mujer desde hace años. Dicen de ella que está loca, que se quedó perturbada tras un accidente que sufrió hace tiempo; un naufragio, dicen. Las noches de luna llena baja a la playa, se desnuda y se interna en el mar. Debe de ser una magnífica nadadora porque no regresa hasta el amanecer. Hay quien dice que le pareció ver que nadaba al lado de un enorme pez, pues daba la impresión de ir cogida a una gran aleta que sobresalía del mar.., con un agujero en medio, como si de un disparo se tratase y por donde ella pasaba su mano.

Todos los años, en verano, recibe la visita de dos jóvenes, huérfanos de padre, y se van los tres a la orilla del mar. Se pasan horas mirando al horizonte. Al anochecer se adentran en el agua, nadie sabe nada más.

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sábado, 8 de agosto de 2009

Ahora que estamos reunidos...

…vamos a contar mentiras, tralalá.

Tal parece que De la Vega recuerda esa cancioncilla propia de los campamentos de la OJE, de la Sección Femenina y de las aulas donde se impartía aquella asignatura franquista predecesora de la actual EpC, FEN, aunque a aquella se le diera muchísima menos importancia que a la actual. Y seguro que la cantaba tan represaliada como dice que lo fue su padre, alto cargo del franquismo por mucho que ella mienta para ocultarlo.

Podría simplemente haber renegado de la ideología de su padre, como hizo y hace la portavoz del PSOE en la Asamblea de Madrid, Manu Menéndez, hija del Capitán de Navío Camilo Menéndez -ya fallecido y célebre porque, consecuente con sus principios, acudió al Congreso el 23F a dar su apoyo moral a Tejero, convirtiéndose en el militar de mayor graduación presente en las dependencias parlamentarias en aquel episodio- de quien renegó ya hace mucho. Pero no, la Vicepresidente opta por lo que ya nos tiene acostumbrados: por la mentira y la manipulación para ocultar la realidad.

Y la realidad es que su padre efectivamente ostentaba un cargo provincial durante la República, cargo del que fue destituido tras la guerra. Exactamente igual que muchos otros, pero en absoluto fue represaliado. Los represaliados se las vieron con tribunales, cárceles y hasta con paredones. No fue ese el caso del señor Fernández de la Vega, a quien recuperó para una delegación provincial de Trabajo nada menos que Girón de Velasco, a la sazón Ministro de Trabajo y fundador nada menos que de Falange de la JONS. O sea, más extremista que Franco pero con mucho, y representante de la parte fascista del régimen..

Pero eso no lo dice la Vicepresidenta, quien tras ser presentada en Paraguay como hija de un alto cargo del franquismo -lo tiene bien merecido por esos paseitos sudamericanos que se da los últimos veranos sin que sepamos de ellos nada más que se los pagamos todos- dijo en su habitual tono de sentar cátedra, con la única autoridad que le da su enorme caradura y desparpajo para la mentira, que su padre no había sido un alto cargo del franquismo, sino un represaliado del franquismo; lo que según las crónicas provocó los aplausos de sus compañeros de periplo y pelotas varios.

Es el mismo desparpajo con el que asegura no haber usado jamás las ruedas de prensa posteriores a los Consejos de Ministros para criticar al PP; o con el que aseguró que no había dado un mítin a niños de un instituto valenciano en campaña electoral; o con el que es capaz de decir que el Gobierno es austero tras saberse de los abusos de medios públicos para asuntos de partido. O el mismo desparpajo con el que usa de Instituciones públicas para sus cuitas privadas, como es el caso del uso de la Fiscalía como si de su gabinete jurídico privado se tratara, para defenderse cuando se le pilló con el carrito del helado en lo de su privilegiada inclusión fuera de plazo en el censo de un pueblo donde es evidente que no vive.

Es ese mismo desparpajo el que usa para apoyar a aprendices de tiranos, al mismo tiempo que EEUU se desmarca de ellos, y luego intentando aparentar que nuestra política exterior es coherente contradiciendo lo dicho por el Ministro del ramo justo dos días antes. El mismo con el que defendía la honestidad del dimitido a la fuerza anterior director del CESID, o la rectitud de Chaves con lo de la adjudicación de ayudas a la empresa que contrató a su hija precisamente para conseguir dichas ayudas. Rectitudes consideradas verdades de fe por el simple hecho de que ella así lo asevera.

Poca credibilidad puede darse a quien así se comporta de forma habitual, por mucho que haya una cohorte de informadores para quienes esta mentirosa es quien más trabaja y crédito merece de todos los miembros del Gobierno. A lo mejor sí es la que más trabaja de todos ellos, pero su trabajo va en función de sus intereses partidistas, no necesariamente para el interés de todos. Además de que, a la vista de lo visto, tampoco eso es un mérito dentro de un Gobierno de incapaces y no muy dedicados políticos, en quienes se valora mucho más su sectarismo y afección al caudillo que su capacidad.

Así que ahora también parece que lo peor de la crisis ya ha pasado, según esta Vice y el Presivice Zapatero convertido en nuevo caudillo. Tendrán que seguir usando de esa caradura y desparpajo para decírselo a los nuevos parados que con toda seguridad habrá este otoño, coño. (Lo siento, pero es que con eso de la cancioncilla se me escapó una rima).