Rezar por París, sí. Y por nosotros.
Bueno, pues ya podemos estar
tranquilos, Rajoy ha comparecido en la Moncloa con motivo de los atentados en París. Nos ha dicho lo malos e inhumanos que son esos despiadados asesinos, la pena que le da Francia, que todos somos Francia y que expresa su solidaridad con los franceses. Nos ha dicho que ha convocado varias reuniones de pactos, comisiones y consejos para ver qué se hace. Y que ha ofrecido toda nuestra ayuda a Francia.
Pues va a ser que eso a mí no me tranquiliza nada. El asunto no va sólo con Francia, va con todos; es una ataque a occidente y me temo que en breve quedará demostrado en cuanto se produzca otro ataque en distinto lugar de Europa. Así que no vale decir que se colaborará con Francia, hay que actuar junto a ella. Actuar, Sr. Rajoy, actuar. Por ejemplo, ¿hemos hecho algo para colaborar efectivamente en el control de al menos la frontera común que Francia ya ha cerrado?
Desde anoche ha habido tiempo más que suficiente para que esos pactos, comisiones y consejos hubieran tenido lugar y para que su comparecencia hubiera sido para comunicar las medidas que se han tomado, no para anunciar que se está estudiando tomarlas. Ni a Francia ni a nosotros se nos va a ayudar con palabras ni con condenas, se nos ayudará con hechos. Tampoco se nos ayuda con mentiras como que
no van a poder afectar a nuestra forma de vida, ya hace mucho que nos afecta. Y si no, intenta subir a un avión sin hacer cola y desnudarte ante las cada vez más molestas -y necesarias- medidas de seguridad. Y eso sólo por poner un ejemplo.
Tras Rajoy, Pedro Sánchez también ha hablado. Él sí ha tomado una decisión: ha suspendido la Conferencia Política del PSOE. Pero sigue hablando de lo mismo. Y cuando pone como garantía la condena unánime contra el terrorismo o el pacto con el PP contra el terrorismo islamista, no puedo más que sonreír a pesar de lo trágico del momento. Aquí estuvimos más de cuarenta años hablando de eso referido al terrorismo de ETA -terrorismo que nada tiene que ver con éste- y si esas posturas hubieran sido efectivas ETA no hubiera perdurado tanto como lo ha hecho.
Y ese terrorismo es distinto al que hemos vivido también en la forma de actuar: ya no es un objetivo del terrorista el escapar con vida del atentado que perpetre; estos no piensan en ello, lo que los hace muchísimo más peligrosos. Es más, se inmolan como un mérito más. Eso hace ineficaces muchas de las medidas de seguridad que se tomen. Por lo que hay que ir a la raíz.
El empecinamiento en mantener nuestros principios éticos, morales y las garantías procesales y de presunción de inocencia, no es consecuente con una situación de guerra. Al enemigo no se le presume otra cosa que ser enemigo. No se trata de ataques terroristas individualizados, se trata de una guerra. Una guerra que usa el terrorismo como un arma más, pero una guerra. Y mientras no lo veamos así, la seguiremos perdiendo.
Nosotros le llamamos terrorismo pero, insisto, ellos están en guerra, y en una guerra vale todo. Así que, si no lo aceptamos, siempre estaremos en inferioridad de condiciones contra un enemigo que cuenta con la infinita ventaja de estar ya aquí, entre nosotros. Que incluso puede ser el vecino de al lado.
Cuando EEUU entró en guerra con Japón hizo algo que, aunque a nivel individual pueda ser cruel, a nivel de la defensa colectiva es absolutamente necesario: controló e incluso confinó a los japoneses que residían entre ellos. Así evitó que algunos pudieran hacer causa común con su país y cometieran ataques dentro.
Seguro que recordar eso me acarreará que muchos me acusen de matamoros, de extremista o de vete tú a saber, pero en una guerra es necesario. Y cuando te han declarado la guerra, negarlo es perderla. Como cuando se está en crisis la mejor manera de que se convierta en un desastre es negarla.
En cuanto a la unión de los demócratas, vale, ¿pero para qué? Eso de que la mejor forma de combatir esto es la unión de los demócratas no es más que un brindis al sol. Las guerras no se ganan con democracia, se ganan con armas y acciones de guerra. Y, o vamos allí a usar las nuestras o usarán las suyas aquí.
Y lo tendremos que hacer nosotros, esperar a que lo hagan los norteamericanos ya no vale. Ya se han cansado de mandar a sus hijos a que mueran para ayudarnos y que luego los tratemos como asesinos imperialistas. Tampoco tienen ya los intereses que tenían, no necesitan el petróleo, les sobra. Además, el asunto no se circunscribe a Siria; terminaremos obligados a volver a Irak, por ejemplo. Y a replantearnos nuestras alianzas comerciales con los países del Golfo, que no sólo financian a esos terrorismos sino que sus dirigentes se niegan a acoger a los refugiados, pues bien saben que no son otra cosa que una invasión -musulmana, sí, pero de sectas opuestas a las que rigen en esos países- que alteraría completamente el equilibrio de fuerzas que les permite gobernar.
Y no me vale eso de que los musulmanes son los principales perjudicados, no si no lo demuestran enérgicamente. Tampoco lo de que no se trata de una asunto religioso. Cierto que también se matan entre ellos y que tienen la misma religión, pero las distintas facciones religiosas que se matan entre ellas al grito de
Alá es grande, lo hacen por conseguir la primacía religiosa y, por tanto política, ética y moral. Su religión es una teocracia, cosa que aquí parece olvidarse.
La guerra que mantienen con nosotros es para asustarnos y así no apoyemos a los regímenes que les impiden incluir esos países en su califato, para recuperar los territorios de Europa que consideran suyos y para acabar con los infieles. E infieles somos para todas esas diferentes sectas religiosas musulmanas. Así que aunque no estamos puramente en una guerra de religiones sí es una guerra de civilizaciones, la religión es la munición con la que ellos cargan su arma fundamental: los fanáticos terroristas dispuestos a morir por Alá. Si los terroristas no creyeran obrar con inspiración divina, no se inmolarían. Lo hacen porque su religión les promete premios en la otra vida por morir matando infieles.
Pray for París, bien; rezando, pero con el mazo dando. Así que lo dicho, o espabilamos o nos espabilan.