miércoles, 7 de marzo de 2007

El zapaterillo valiente.

En el cuento, el sastrecillo valiente acaba con la amenaza del Gigante; en la realidad, el zapaterillo valiente se arrodilla ante él y le pone las zapatillas.

Para lo que sí que hace falta valor y cinismo es para decir que el atenuar la prisión de De Juana es un acto de valentía. ¿Y eludir dar la cara en el Parlamento, también? ¿Y defenderse acusando a los demás de hacer cosas malas, como si ello le autorizara a cometer las tropelías que quiera? Puestos a ello, ¿porqué no imita al anterior gobierno socialista y se dedica a matar al etarra y a sus compañeros? Al menos así algo saldríamos ganando.

Cuando no existen principios aparecen los finales. Y el final que está apareciendo no es el de Zapatero, pues sigue arropado por todos los cobardes traidores que venden su alma por las lentejas públicas, sino del Estado y de la propia sociedad. Pues una sociedad en donde ya son legión los que se han posicionado en contra de las víctimas para defender humanitariamente al asesino, está podrida en su propia base. Es por ello por lo que produce políticos de la calaña de Blanco, Garrido, Zapatero, o Rubalcaba; por poner sólo unos ejemplos. La podredumbre al poder.

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