La Fiscalía pide que los recursos a la sentencia del 11 M se vean a puerta cerrada.
La Fiscalía ha solicitado al Tribunal Supremo que no haya vista pública de los recursos del 11-M, de manera que los escritos de las partes se ventilen a puerta cerrada. Si todo encajara y estuviera tan claro como se nos ha querido hacer creer, no habría ningún inconveniente en que el proceso fuera diáfano, más aún cuando el propio juicio se celebró ante las cámaras de televisión. Pero es que, además, el Supremo siempre ha revisado los recursos por causas de terrorismo en vista pública.
Quizás las precauciones de la Fiscalía haya que relacionarlas con sus contradicciones y las enormes lagunas que aún quedan en el caso. Y es que, en el recurso que el Ministerio Público ha remitido al Supremo, devalúa el papel que había atribuido en la masacre a Rabei Osman, El Egipcio. Este fue acusado en su día como inductor de los atentados y dirigente de organización terrorista. Olga Sánchez y Javier Zaragoza pidieron por ello 38.962 años de cárcel para él. Le vinculaban con la masacre por una llamada que se le interceptó en Italia (donde actualmente está en prisión preventiva) y en la que se jactaba de que todo había sido idea suya. El tribunal le absolvió al no ver pruebas suficientes, en lo que fue un golpe definitivo a la tesis del Ministerio Público de que había tres autores intelectuales: el propio Rabei Osman, Hassan el Haski y Youssef Belhadj. A estos dos sólo les condenó como miembros de organización terrorista y no como inductores del 11-M. A El Egipcio ni siquiera le condenó por pertenencia a banda terrorista al haber sido ya juzgado en Italia por ese delito.
Ahora el fiscal pretende que el Supremo condene a El Egipcio como simple terrorista yihadista, sin relación directa con el 11-M. De esta forma, ha dividido por 4.000 su petición de pena y ya sólo solicita 10 años de prisión.
Es comprensible que el fiscal tenga reparos a que pueda debatirse en público las razones que le llevan a abdicar de sus argumentos en un aspecto fundamental de su relato acusatorio. Lo que queda una vez más en evidencia es que la versión oficial que tejió la fiscalía para explicar el 11-M estaba plagada de errores y que seguimos sin saber quién organizó la masacre.
Alucino de que aún estemos con estos chanchullos. Es evidente que no hay nada claro en este juicio, pero al menos se podrían molestar pelín en disimular...
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