La válvula.

Hoy te operan. No se sabe todavía a qué hora, pero a las cuatro abren los quirófanos. Por eso salgo para allá para estar de guardia y dar el aviso. Así tu madre puede comer tranquila. Te van a poner esa válvula de la que ya he hablado en varias ocasiones. Yo creo que el sólo hecho de que hagan dicha intervención ya demuestra que los médicos te encuentran mejor, te encuentran en buen estado para soportarla.

Dicen que no es complicada, pero será una hora y media como poco. Otra señal buena, o al menos así quiero verla, es que te implanten algo que es de por vida. Está diseñada para durar toda una vida sin problema. Se trata pues de algo que te implantan sin intención de que sea un parche para salvar el momento. No. Esa válvula desviará los líquidos que se puedan generar en exceso en tu cerebro para evitar un aumento de la presión intracraneal, y los llevará a otra parte donde se reabsorberán sin problema. Ahora, de producirse, saldrían al exterior por el drenaje. Una vez implantada, el drenaje ya no es necesario y se eliminará. Así no habrá riesgo de infección y tendrás un tubito menos.

Así que eso se suma al optimismo de esta mañana al ver que sigues respirando sola y que sigues cada vez un poco más reactiva. Tu tío dijo que esta mañana te había visto mejor. Y él es médico, cirujano, y jefe de servicio. No es un recién doctorado. Por lo que es algo que ayuda al optimismo y que reafirma la esperanza.

Esta tarde nos volveremos a reunir una parte de la piña, aunque la misma funciona ya de forma independiente a si nos vemos o no. Y compartiremos la esperanza, te enviaremos la energía de nuestro cariño y nos confortaremos por el hecho de tener algo en común: te tenemos a ti. Y tú nos tienes a nosotros. Así que, ¡ánimo, Bea!