sábado, 11 de junio de 2011

La democracia cae ante ETA

De luto y de nazionalistas.

La democracia está de luto. Los etarras y sus amigos han tomado posesión de algunas instituciones del Estado. Lo primero que han hecho ha sido proferir amenazas e insultos contra otros electos. E incumplir la ley retirando la bandera de ese Estado del que forman parte pero que quieren liquidar.

Y está de luto porque no es democrático permitir que se presenten mafias extorsionadoras dejando indefensos a los extorsionados. Permitirles eso es asegurarles votos. En muchos pueblos el no votarlos es convertirse en apestado y señalado. Esto recuerda -como dice Rosa Díez- la llegada a las instituciones alemanas del partido nazi. También tenían votos, y muchos. Hitler llegó al poder con un tremendo apoyo de los votantes.

No es democrático tachar a las víctimas poco menos que de fachas, y descalificarlas como demócratas, mientra se abraza a estos hijos de puta antidemócratas y que apoyan a asesinos. Los memos del PNV ahora se niegan asustados a dar sus datos fiscales por miedo a lo que hará Bildu/ETA con ellos. Se jodan y con su pan se lo coman, cabría decir.

Aquí se ha producido una rendición del Estado ante algunas de las exigencias terroristas. El PSOE nos ha rendido a todos, pero otros han ayudado. Unos por acción y otros por omisión. El PP no ha sido beligerante en este asunto por miedo a perder votos. Las matemáticas del voto antes que las convicciones. Los partidos nacionalistas han jaleado con las orejas esto que supone el inicio del fin de España. Es contra España contra lo que atentan estos indeseables fanáticos. Y muchos de estos fanatismos provienen de los viveros que el PNV ha ido alimentando durante demasiados años desde Ikastolas varias.

Han creado una irrealidad que a muchos les parece la realidad, pues no han podido contrastarla, y se la han imbuído desde pequeños. Para ello no han usado de la razón sino de los sentimientos. Han utilizado las técnicas de la propaganda goebbeliana, copiadas del leninismo, por cierto, y lo ha hecho un PNV que se convirtió en el adalid de una imposición abertzale basada en las pistolas de la extrema izquierda, y que ha tenido incluso el apoyo de aquellos que predican el no matarás como mandamiento divino. Absolutamente contradictorio.

Pero en este asunto del nacionalismo vasco no hay nada coherente. Es una idea que nace de un demente, que siguen quienes como dementes se comportan y que ha calado mayoritariamente en la sociedad vasca. Empezaron por aceptar una bandera de partido como bandera común. Y terminan por apoyar a asesinos despreciables. Es una sociedad cobarde, corrupta y esquizofrénica en donde tan sólo quedan algunos rescoldos de cordura. Y de valentía. Pero son contados los casos. Y sin apoyo claro de la sociedad.

Nos han estado tomando el pelo con el cuento del nacionalismo democrático, oxímoron donde los haya. No hay nacionalismo que sea democrático. No aceptará ninguna decisión democrática hasta conseguir la que quieren: su independencia. Yo se la daría, pero sin territorio. Los haría a todos independientes y les retiraría la nacionalidad española. Pero el territorio es de todos, así que aquí se queda. Y si se ponen farrucos, de patitas en la frontera. Ya sé que es una fantasía, pero no más fantástica que el cuento de esa quimérica Euskalerría que reclaman.

Lo que no es tan irreal es el paralizar los pagos a esos Ayuntamientos que se dicen no españoles y retiran la bandera. Que les pague su padre, no España; o sea, nosotros.

La democracia sin división de poderes no es tal. Y aquí se ha logrado lo que ahora lamento gracias a que esa división de poderes es inexistente.

Esta mañana, un grupo de autoproclamados descontentos se ha manifestado bramando contra la toma de posesión de cargos electos. A ellos no los ha elegido nadie, pero tratan de anular la libertad de los demás ahogando, de forma antidemocrática, la poca democracia que aún queda. Algunos hasta iban de luto. Decían que el luto era por la democracia. No los he visto en los ayuntamientos etarras donde ya ha muerto, y es esperpéntico que lleven luto por lo que ellos mismos están ayudando a matar con sus actitudes y silencios. Y con sus berridos. Y además, de negro; llamarlos nazionalistas parece más acertado.