Luego, por el contraste de nuestro chuletón de la Moncloa, que resulta ser de carne artificial, con la apostura del chuletón lituano. Sánchez sale corriendo sin esperar a su anfitrión, que hubiera sido lo lógico. Patético.
Y todo ello con el punto glorioso del militar que se va a la bandera y la retira para evitar que sea agraviada por el posible ataque. Aunque eso no ha podido evitar el agravio a nuestra imagen de un Presidente descompuesto huyendo como un cobarde, sobre todo viendo la compostura del chuletón lituano que se ve que no ha llegado a acuerdos con Bill Gates para sustituir la carne por berenjenas disfrazadas con remolacha.
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