Romper la mesa.

Díaz Ayuso lanzó un serio aviso a su partido: si antes "no se despolitiza" el sistema de elección de los vocales del CGPJ, el PP no puede entrar en el juego del PSOE.

Llevo tiempo alertando sobre ello: es el PP de Ayuso, el de Cayetana, el que genera ilusión y arrastra votos tras de sí. Es la verdadera oposición a Sánchez, y no es ni medio normal que Feijóo no haya expulsado del partido a quienes se coaligaron con Sánchez para acabar con Ayuso, incluso entregándole a cambio el control sobre el Tribunal de Cuentas. Ahí siguen Casado y Teodoro moviendo hilos.
O Feijóo se planta ante la pandilla del verano azul o el cisma se le viene encima.
La división de la derecha, que ha impedido desbancar a Sánchez, viene de ahí; de la insistencia en que hay un PSOE bueno y en intentar volver al bipartidismo. Con Sánchez es imposible, y con el PSOE, que ya no es el que era, tampoco. Parece mentira que aún no se hayan enterado algunos.
Sánchez no es socialista, es sanchista; y su objetivo es el poder al precio que sea. No es socialdemócrata, se ha desmarcado de la socialdemocracia y su presidencia de la Internacional Socialista ha abrazado el chavismo y los planteamientos del grupo de Puebla. Ha asumido planteamientos de la extrema izquierda y ha avanzado en el blanqueamiento del terrorismo de ese signo. Y no le tiembla la mano para avanzar en ello generando división social.
El PP debiera imponerse en el grupo Popular Europeo e impedir que la amiga de Sánchez, que aboga por un gran pacto con los socialistas, Ursula von der Leyen, sea renovada como Presidenta de la Comisión Europea. En la UE haya otros muchos personajes de nivel que no se prestarían a lavar la cara a un aprendiz de Maduro.
O Feijóo da un puñetazo en la mesa o serán otros quienes se la romperán, mientras en España nos seguiremos alejando de la confluencia con Europa y Occidente; y, lo que es más grave, de la democracia lograda gracias a una reconciliación histórica que esta corriente sanchista trabaja denodadamente para deshacer.