lunes, 4 de noviembre de 2024

Barro, lágrimas y fango.


Que desde el primer momento el intento del Gobierno fue usar la tragedia para atacar a Mazón y así lograr recuperar políticamente para el PSOE la Comunidad Valenciana, es un secreto a voces.
El error primero de Mazón fue anteponer su defensa a lograr que se actuara con inmediatez y de la forma más contundente posible para paliar la tragedia.
Si para ello tenía que declarar lo que por otro lado es una evidencia, o sea, la incapacidad de la CV* (de cualquier Comunidad Autónoma) para hacerse cargo de todos los medios necesarios para paliar el desastre, pues esos medios no están a su alcance, debió hacerlo. Luego ya habría tiempo para señalar la miseria de quienes intentaran presentar eso como incapacidad política para presidirla. Lo importante era salvar vidas y puede que por evitar su humillación se hayan perdido algunas que podrían haberse salvado si el ejército hubiera podido actuar inmediatamente.
Si él hubiera reconocido la realidad hubiera dejado en manos del Gobierno enviar esa ayuda, pero el gobierno necesitaba la excusa de que no lo solició para dar gusto a su socio bilduetrarra y evitar la imagen del ejército al lado del pueblo ayudando con todos sus medios y bajo la bandera de España.
Otro error de Mazón ha sido evidenciar la división del PP contradiciendo a Feijóo y aparecer en la tele al lado de Sánchez con ese "querido Presidente" y expresándole su agradecimiento por su ayuda rápida y constante, ayuda que evidentemente no se produjo ni llegó a donde tenía que haber llegado, lo que Feijóo denunció acertadamente.
Volvió a aparecer de nuevo en la tele junto a Marlaska, participando en la gran mentira de que ya se podía acceder a todos los lugares afectados y que habían llegado ya las ayudas, mientras en esos lugares no había aparecido nadie y clamaban la presencia del ejército. Y llegó, junto a Marlaska, a tratar de impedir que los voluntarios acudieran para que no entorpecieran la llegada de lo que no llegó porque no se había enviado. Allí no se veía a ningún militar ni en pintura.
No actuaron los pontoneros para montar puentes que sustituyeran los derruídos ni los zapadores para despejar caminos bloqueados o abrirlos donde habían desaparecido. No los dejaron. Las órdenes que recibieron fueron las de no mover un dedo. Y él sirvió de excusa para que el Gobierno no les oredenara actuar, culpándole a él de obstruir esa actuación.
Actuó como si estuviera siendo afectado por el síntoma de Estocolmo, mostrando una sumisión asombrosa ante un Marlaska que se exhibiá como si fuera un dignatario de un país extranjero de la UE.
Ya apuntó maneras al acudir a hacerse la foto en Moncloa para que Sánchez lo usara para lavar su imagen y para dañar a Ayuso. Luego salió a apoyarla, pero el daño ya estaba hecho y dio pie a que dos presidentas de comunidades autónomas de su partido insistieran en continuarlo.
No ha demostrado nivel político de altura ni una visión de estado, ni experiencia en lidiar con el tahúr que ocupa Moncloa y la mafia que le sostiene. Se empeñó en un "a mí nadie me dice lo que tengo que hacer" y ha recibido un correctivo de quien sí puede decírselo: el pueblo. Y luego ha logrado con su insistencia que la evidente incapacidad de cualquier gobierno autonómico para hacerse cargo de un desastre de estas dimensiones sea usada en su contra, convirtiéndola de forma torticera en incapacidad gestora y política de él mismo.
Todo lo anterior no es un ataque, sino una llamada de atención y un señalamiento de lo que creo errores fundamentales que se pudieron evitar, pero en absoluto implica que descargue de responsabilidad del Gobierno de Sánchez, responsable último de todo lo que suceda en España, haga lo que haga determinado gobierno autonómico. Aunque esto da para más artículos, y eso que ya llevo muchos señalando esos errores. Y es que no padezco de la enfermedad tan extendida del sectarismo, que hace considerar bueno todo lo que haga uno de los tuyos aunque esté asesinando a su perro.
En su favor, la honesta y valiente postura de quedarse al lado del Rey y aguantar el chaparrón dando la cara, mientras Sánchez huía. Y su negativa a apoyar a éste realizando una declaración conjunta de condena a la violencia derivada de la justa indignación de las víctimas. También que sí se ha manchado de barro para ayudar. El problema es que también se ha manchado de fango por haberse dejado engatusar por quienes están de fango hasta la coronilla.

(*) Comunidad Valenciana

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