martes, 23 de enero de 2018

Nivelazo de opinador profesional.

Aquí se me tacha de "feligrés de Ciudadanos" por criticar la campaña de ataques hacia este partido desatados desde el PP y repetidos desde medios y "opinadores" profesionales afines. No soy de Ciudadanos, pero aunque lo fuera, poca clase y mucho sectarismo denota quien así califica a quienes puedan ser de un partido y respondan a los ataques que recibe. Sobre todo cuando quienes los perpetran cobran por ello. Mucho bluf hay en los medios, y mucha pataleta cuando comprueban que las redes no son un medio como del que cobran.
Una cosa es como se escriba y otra muy distinta cómo se comporte uno. Y por bien que se escriba, cuando se va de macarrilla de bar, el comportamiento es de eso.
Este país no madura. Te metes con un partido y saltan sus feligreses como si mentaras a su madre. Triste e infantil.

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Luis Martínez de Anca Religión y política... temas peliagudos
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Ignacio Romero Uribarri Dale caña a Ciudadanos, no mercy o nos volvemos gilipollas como en el PPSOE
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Antonio Elvira Y dale con la matraca. Eso, además de no ser cierto, pues ahí están tus posts para comprobarlo, es un victimismo más propio de patio de colegio que de alguien con proyección pública. Ya casi te falta decir eso de "a la Seño vas a ir". Relax. 
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Jorge Vilches No te conozco nada más de las redes. Por lo que veo de ti eres un feligrés de Ciudadanos que quiere pontificar sobre la prisión permanente revisable sin tener ni puñetera idea. Y esto lo digo por tus post. Tus respuestas a la metedura de pata de Cs, que cuando rectifique, porque está en ello, os va a dejar con el culo al aire.
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Jorge Vilches Mira, llevo toda mi vida luchando contra feligreses y sus pontífices. Como te puedes imaginar, uno más me la trae floja. Si no te gusta lo que lees, ya sabes, tienes mucha prensa adicta a Ciudadanos.
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Jorge Vilches Y por lo demás, mucho relax 🙂🙂🙂🙂🙂🙂
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Antonio Elvira Jorge Vilches Y dale con la matraca. Muy educado. Y luego andas quejándote. 
Yo llevo más tiempo desenmascarando plumíferos a sueldo disfrazados de independientes. 
Y aplícate el cuento. Si no te gusta que te debata, ya sabes, bloqueas. Tienes muchos a
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Jorge Vilches Qué nivel. No tiene ni contestación. Allá tú con tu infantil feligresía. Ciao, pequeño.
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Antonio Elvira Nivelazo, ya veo. 
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Jorge Vilches Lo dicho. 😂😂
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Antonio Elvira Ya madurarás, como deseas al país.  Y a lo mejor hasta adquieres cintura. Que muy poca denotas.
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Jorge Vilches Lo dicho. 😂😂
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Mario Andres Hombre Jorge como si te metes con La Virgen de Covadonga, o con el Betis.....
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Antonio Elvira O con el PP de Rajoy...
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Jorge Vilches Mario Andres El feligrés no lo ha entendido 😂
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Antonio Elvira Jorge Vilches Y el niño faltón tiene pataleta. 😂
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Ana Garro Gomez Hay que saber encajar las críticas, de ahí se aprende. La superioridad moral....
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Antonio Elvira Jorge Vilches Pues aplícate el cuento, que ya vale con la llantina de parvulario. Que pesadito ya estás intentando dar pena y haciendo gala de mala educación y falta de respeto.
Será el precio de debatir con quien uno creía con nivel y resulta ser niñato. Digo yo.
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domingo, 21 de enero de 2018

El PP y el procés hacen subir a Ciudadanos.


El hasta hace unos días jefe de Gabinete de Rajoy, Jorge Moragas, ha sido durante estos últimos años el hombre decisivo en las decisiones –más bien indecisiones- tomadas sobre la crisis nacional en Cataluña. Y aunque ha huido de la quema electoral de su Presidente con puntualidad wertiana, camino de un puesto en la ONU que, para un embajador sin embajadas en su haber, resulta mollarmente oportuno, su espíritu, que es el de la inacción como estrategia y la parálisis como táctica, sigue marcando la política del PP pese a la prueba irrevocable de su error: la debacle en las urnas del 21D.
Moragas, amigo de Sánchez Camacho, de la novia de Pujol junior y de otras criaturas políticas espiadas y espiables en Pujolandia, ha suplido la ignorancia absoluta sobre los asuntos internos catalanes que ha aquejado a todos los presidentes del Gobierno en España, sin excepción, pero que en el caso de Rajoy, con experiencia en cinco ministerios y la Vicepresidencia de Gobierno con Aznar, es menos excusable que en los llegados a Moncloa sin experiencia de Poder, que han sido todos, excepto Leopoldo Calvo Sotelo, el que menos tiempo y con más dificultades graves tuvo que gobernar.

"Los que sabían" aconsejaban no hacer nada

Un Presidente puede no saber casi nada de casi todo, pero un Estado grandón como España le permite elegir asesores sobre todos los asuntos, previsibles o imprevisibles. Cataluña era las dos cosas. Y lo peor que se veía venir tras Zapatero, el Tripartito y el vicepujolismo o arturmasismo, llegó, corregido y aumentado por la seguridad de que Moncloa nunca iba a atreverse a frenar el golpe de Estado hasta que fuera demasiado tarde. Sin embargo, Moragas, que, como decían Rajoy y sus sorayos, "conoce muy bien aquello", aconsejaba siempre no intervenir y dejar que todo se fuera desarrollando, seguro de que nunca se atreverían a "llegar hasta el final". Y llegaron dos veces: en el referéndum de Mas y el de Cocomocho. Tras el primero, tras asegurar Rajoy que no se iba a celebrar, dijo Soraya que era como si no se hubiera celebrado. En el segundo, dijo Soraya hablando por Rajoy, que "se había mantenido la legalidad". Es decir, que creyeron a pies juntillas a Moragas cuando decía que no pasaría nada, y cuando sí pasó, dijeron, como si Moragas hubiera acertado, que nada serio había pasado.
Pero si será serio lo que ha pasado que el PP está, según todas las encuestas, en la mesa de operaciones y camino de la de autopsias. A un año de las elecciones municipales, autonómicas y europeas –éstas, ojo, con circunscripción única, sin las ventajas de la Ley Electoral para PP y PSOE-, el "Partido ce ese", que ayer llamó despectivamente Rajoy "de aficionados", está muy cerca de arrebatarles la mitad de sus votantes e incluso la victoria. A esto han conducido los consejos de Moragas durante seis años. Él se ha largado a Chollowashington y Rajoy sigue como si tal cosa, en plan zombi.

El papel de Arrimadas y el papelón de Albiol

Toda la campaña electoral, que nunca debió celebrarse antes de que fueran juzgados los golpistas y desmontada su trama policial y mediática, la basó el PP en dos premisas: que Ciudadanos no era de fiar y que Rajoy era el verdadero candidato y el que aseguraba los votos y los escaños. Si se hubieran presentados como aliados de Arrimadas en vez de censores, y si el candidato Albiol hubieran protagonizado esa campaña podrían haber dicho que el éxito de Ciudadanos lo consideraban suyo y que si había algún error no era achacable a Rajoy. Se impuso el rajoyismo-moraguismo-sorayismo, y el fracaso ha sido de Rajoy como líder y del PP como partido nacional.
Podrían haber aprendido del trompazo. Pues no señor: se empeñaron en decir que Arrimadas renunciaba al Poder, como si pudiera ser investida sin que la Mesa del Parlamento se conformara en sentido constitucional y la llamara a formar Gobierno. Pero junto a los ataques a Ciudadanos todos vimos que Podemos prefería a los separatistas, con lo que era imposible siquiera plantearse lo que el PP pedía a Inés Arrimadas… para estrellarla.
Y en la apertura del Parlamento, el PP cometió otro de esos errores que uno creía abandonados tras la huida de Moragas: saludó como "brisa de esperanza" el discurso del golpista redomado Torrent y llamó mezquino al "Partido ce ese", del grasioso Méndez de Vigo, por no traicionar a los electores que votaron a Ciudadanos y no al PP regalándoles un diputado para cuadrar las cuentas de la desastrosa campaña. Los que al lograr su último escaño cantaban "yo soy español, español", eran los malos. El tío que se pasado la vida combatiendo a España y los españoles era el bueno, la "brisa", el "aire nuevo", "la esperanza de que se volvería a la legalidad".

No es una estrella, es una política

Y ahí es donde se creció y, ante una opinión pública despistada, se reveló como una política –no sólo una estrella de cartel- Inés Arrimadas. Fue la única que no le hizo reverencias ni mimos a Torrent y la que en una actuación memorable en TV3 corneó al matasiete que pretendía apuntillarla porque ni ella ni los representantes de Ciudadanos habían cantado "Els Segadors". Rivera ha estado muy bien, como si por fin siguiera su guión, que es el de servir a lo que cree la mayoría, no a lo que dicen los moragas. Pero Arrimadas lo tenía bastante más difícil y no ha podido hacerlo mejor. Esa "brisa" que ve Mariano y que sólo es el ventarrón del Prusés, es la que hincha las velas electorales de Ciudadanos. Para ser simples "aficionados", les están dando para el pelo a Rajoy y sus "profesionales" de la inacción.
F.J.L.

viernes, 19 de enero de 2018

¡A por Ciudadanos!


"¡A por Ciudadanos!" es el último grito de guerra y argumentario único del marianismo y voceros al quedarse sin el "¡Que viene Podemos!" tras la bajada de estos.
A falta del voto del miedo, el voto del odio y de la pataleta de mal perdedor. Esta campaña del PP contra C's, orquestada por el marianismo, evidencia hasta qué punto de miseria moral se llega en política cuando se anteponen poltronas e intereses de partido al interés común. Sólo ellos se están quedando en evidencia; ante quienes no sean unos sectarios marianistas, claro.
Más parece que haya interés en forzar elecciones cabreando a C's para que les retiren el apoyo y así culparles a ellos y convocar esas elecciones antes de que C's completen sus estructuras y puedan mejorar más.
En cuanto a lo último que están argumentando recordando que C's (y el Rey, no lo olvidemos) estuvieron a punto de llevar a la Moncloa al PSOE, parecen olvidar que a quien llevaron a la Moncloa fue a Rajoy. Por eso está ahí.
Resulta patético y grotesco ver personajes a quienes se les supone un cierto nivel intelectual, siguiendo estas pueriles y sectarias directrices, que sobrepasan lo demagógico para rozar lo miserable.

domingo, 7 de enero de 2018

Regalo de Reyes, abrir cuando convenga.


Dicen que a Elsa Artadi le han traído como regalo la presidencia de la Generalidad, pero hay que disimular. Primero hay que mellar y quitar filo a las espadas con las que se amenazan los partidarios de Puigdemont y los de la ERC de Junqueras, no vaya a ser que corten y llegue la sangre al río. Cosa, ésta última, que puede ser lo que espere el Gobierno que ocurra y por eso su pasividad, que no se entiende de otro modo. Bueno, sí hay otro modo de entenderlo, que haya un pacto bajo cuerda para que Rajoy retire la aplicación del 155, que ya se sabe que le da alergia y hace más difícil sus acuerdos con el PNV para eso de los Presupuestos; que los nacionalistas son muy corporativos.

Además, hay que hacer quedar bien a Puigdemont elevándolo a héroe y mártir por la causa. Puede que hasta le hagan aparecer como Presidente de la República honoris causa en el exilio y sin mando en plaza, aunque manejando los hilos de la política catalana, o más bien aparentando que lo hace. Y me refiero tanto a la política en general como a la política Elsa Artadi, su general con mando en plaza.

El procés no tiene otra salida, la gente ya ha visto lo poco que les importan los problemas reales de la gente, supeditados absolutamente al objetivo superior. No se arriesgarán a unas nuevas elecciones. Y al Gobierno le interesa dejar de ser el responsable de una autonomía que sigue y seguirá haciendo y permitiendo barrabasadas antiespañolas. O sea que a Artadi le han traído como regalo de Reyes el título de Virreina de Cataluña con el cargo de President de la Generalidad, pero con el cartel de "no abrir hasta que sepamos qué hacer con Puigdemont". Sin olvidar que tienen que arreglar también cuánto, cómo y de de dónde pagarle; que la pela es la pela.

Ella reúne todos los requisitos para el cargo: es una becaria que no ha trabajado nunca. Así, que le viene al pelo. Pero héte aquí que parece que no sólo no es tonta sino que puede ser mal vista por sectores independentistas, pues ha seguido en su cargo tras el 155 y el Gobierno no la cesó -de hecho ha renunciado tras ser elegida diputada pero ahí sigue y su cese no se ha publicado aún- por lo que algunos la verán como "colaboracionista". Puede que ella se vea más como negociadora para lograr un Gobern que como presidente del mismo, aún.

Sea cual sea la elección de Puigdemont -pues si no es President exigirá la potestad de designar a su sucesor para no visualizar una derrota- será un President efímero. Y hablo en masculino -apuesto por alguno de los Jordis, Sánchez o Turull, el primero para el número del domador de pulgas- porque creo que Artadi se quedará en segundo plano hasta que se recuperen del 155, y es muy posible que quien designe Puigdemont sea alguien que no pueda ser investido (Sánchez), para victimizar más al procés, pasando turno a alguien pendiente de proceso judicial que pueda conllevar inhabilitación -como sería el caso de Trull- por eso de mantener el pulso al Estado. Luego, si hay que sustituir al President, puede que sea momento de que Elsa abra su regalo. O que lo devuelva definitivamente si ve que puede quemarse al cogerlo. Por ello, antes necesita otro regalo del rey Mariano: que la fiscalía decida no procesarla y permita también que algún otro salga de la cárcel.

Puede que se me tache de fantasioso, que se diga que eso sería un circo inaceptable y no sé cuantas cosas más, pero si alguien espera que el Gobierno frene algo, va listo. Lo que hará -ya lo está haciendo- es facilitarlo; Rajoy quiere quitarse de encima el 155 y volver a presentar como culpables de la payasada catalana a otros. Como si él no fuera el responsable máximo de lo que ocurre en España y la Constitución no le ofreciera herramientas para impedirla. Todavía no hemos visto la función principal del circo, con el payaso jefe en La Moncloa diciendo que no va con él. Hasta puede que Elsa se quede sin regalo y Mariano tenga que convocar de nuevo elecciones, aunque esto creo que sólo será amenaza para presionar y que formen govern dentro de plazo. O puede que Elsa se niegue a ser títere descarado y recurran a otro para no quemarla. Ya luego, si eso, sería ese Govern el que las convoque cuando diga Puigdemont. Y todo para que allí sigan mandando los mismos, los de siempre, los del 3%. Al tiempo.

jueves, 21 de diciembre de 2017

Incierto final. Un análisis de Mariano Gomà


Mariano Gomà - 19 diciembre, 2017

Acostumbro a ser optimista, puede que por naturaleza, procurando pensar en positivo, así que confío en que una normal alteración de las condiciones naturales de cualquier cosa o estado siempre tiende a volver a la calma y a la normalidad. Quizás por ello sigo confiando en lo que confío, bajando a la arena a defender lo que creo en principios y valores, pero sobre todo para luchar por la concordia y la convivencia entre las personas, que es la base fundamental de la supervivencia de un género humano que habita éste maravilloso planeta sin reparar en que lo hace totalmente de prestado en el tiempo.

Sin embargo, ese natural optimismo se me enturbia estos días con los acontecimientos políticos que vivimos y, sobre todo, los que nos esperan en los próximos días, puesto que el triste pasado ya pasó y, aunque con profundas heridas abiertas, debemos enfrentarnos al día de hoy y, sobre todo, al mañana.

Las próximas elecciones del día 21-D van a ser determinantes para ese futuro y el horizonte que presentan me parece oscuro y tormentoso, puesto que no puedo entender la radicalización, hasta violenta, de un soberanismo imposible tanto por su ilegalidad, cuanto por su absoluta incompatibilidad en los aspectos económicos, identitarios y nula aceptación en el contexto internacional.

Que un grupo radical antisistema, después de su destructivo papel en la legislatura, todavía pueda mantener apoyo social suficiente para seguir dañando gravemente las estructuras de democrática convivencia, es algo incomprensible en un país moderno donde la sensatez debe siempre imponerse a la estulticia. Que partidos de aquel nacionalismo histórico -o que han derivado a ello desde una base burguesa que se ha alimentado y enriquecido aprovechando los recursos humanos de una España empobrecida por una cruel guerra civil- puedan, de forma insensata y antinatural, aspirar a vivir en una arcadia feliz que va a enviar a la base social productiva al empobrecimiento masivo, no puede ser considerado más que una perversidad de un pretendido nuevo sistema que mantendrá en sus privilegiadas atalayas a la clase dominante mientras envía a la ruina a la clase trabajadora, cuando no obligando al gran sector de la inmigración a retornar a sus países de origen.

Ése es, pues, un escenario que enturbia mi visión pero, por una parte mi optimismo natural. unido a la confianza que debo depositar en una sociedad catalana que está experimentando el angustioso vértigo del abismo, con los dirigentes golpistas admitiendo, aunque solo sea para eludir temporalmente la prisión, que todo lo que hicieron y declararon fue una simple broma, de igual forma que ahora acatan una Constitución y unas leyes de las que renegaron, me afianza en la idea de que se va a votar masivamente por la normalidad de una nueva Cataluña y que la vergüenza ante los hechos de todos aquellos sectores que creyeron en que esa locura era posible, les lleve a opciones de futuro cierto o a quedarse en casa.

Debe pues imponerse el sentido común y la cordura, por lo que estoy convencido de que el pueblo catalán optará por la concordia, la convivencia y la solidaridad; virtudes éstas de las que siempre ha hecho gala a lo largo de la historia.

Mariano Gomà es ex presidente de Societat Civil Catalana.

viernes, 15 de diciembre de 2017

¿Necesitamos construir vivienda nueva?


La falta de obra nueva y sus elevados precios empujan a 3 de cada 4 compradores a la vivienda usada.

Las viviendas de obra nueva parecen haber desaparecido del mercado inmobiliario español, pero no de la mente de los posibles compradores. Según una encuesta realizada por idealista, el marketplace inmobiliario de España, entre 1.500 usuarios que solo buscan vivienda de segunda mano, 3 de cada 4 usuarios han descartado la búsqueda de viviendas nuevas porque sus precios son elevados y porque no encuentran stock en sus zonas de interés.
El número de compraventas mantiene su tónica alcista, con un incremento del 25% (se vendieron alrededor de 450.000 viviendas en los últimos 12 meses según el INE), aunque las cifras de compra de viviendas nuevas siguen prácticamente en mínimos (17%). La realidad muestra que la construcción de nuevas promociones está al ralentí (se terminaron menos de 42.000 unidades en los 12 últimos meses) y los datos de visados (apenas 76.000 en un año) no auguran un cambio de tendencia a medio plazo.

Razones para elegir segunda mano

Los datos ponen de manifiesto que el precio y la falta de viviendas en el mercado son los principales obstáculos que encuentran los compradores a la hora de decantarse por obra nueva frente a la segunda mano. De hecho, el 41,3% de los encuestados respondió que no buscaba vivienda nueva porque la usada es más barata, mientras que el 34,3% reconocía que la zona en la que quería vivir no dispone de oferta nueva.
Un 8,7% de los encuestados respondió que necesitaba acceder rápidamente a la vivienda, por lo que no podía esperar a que se terminara. Un 7% de los usuarios asegura que sólo le interesan las viviendas usadas por decisión propia, por el hecho de "vivir en casas con historia".



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Los motivos económicos son el principal motivo por el que los españoles se decantarían por la obra nueva si finalmente se promoviera en su zona de interés. De manera ampliamente mayoritaria (el 79,3%), casi cuatro de cada cinco sólo comprarían si los precios fueran asequibles, mientras que un 8,8% admite que compraría sin duda si cumpliera la casa las características que busca. Sólo un 0,3% reconoce que sólo adquiriría vivienda nueva en caso de que ésta tuviera algún grado de protección pública. Aun así, un 4,4% de los encuestados asegura que, aunque se promoviera en su zona, no compraría bajo ningún concepto.



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¿Comprarían sobre plano?

En una situación en la que el stock de viviendas es muy reducido y las expectativas de que crezca a corto plazo muy limitadas, la opción de compra sobre plano se torna como única opción en muchos casos. Aun así, solo el 24,8% de los encuestados afirma que esperaría sin problema a que la casa estuviera construida, un porcentaje similar al de los que no podrían esperar (24,7%). La mayoría (42,7%) se sitúa en un plano medio: podrían esperar, pero no les parece la mejor opción.

Libre Mercado.

jueves, 14 de diciembre de 2017

Aumenta la venta de viviendas y su precio.


La compraventa de vivienda enfila su tercer año consecutivo con crecimientos de dos dígitos. En 2017, se prevén 500.000 transacciones.
En España se vendieron un total de 354.405 inmuebles hasta el pasado septiembre, según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), y se espera que la cifra total ronde las 500.000 transacciones al término del presente ejercicio, registrando así el mayor volumen desde 2008, cuando la crisis hizo su plena aparición en España. De este modo, la demanda inmobiliaria encadenaría su tercer año consecutivo con aumentos de dos dígitos, tras el crecimiento medio del 11,5% y 14% en 2015 y 2016, respectivamente.
Así pues, es evidente que el hambre por el ladrillo ha regresado a España, pero ¿qué factores explican esta favorable evolución tras el duro golpe que sufrió el mercado inmobiliario tras el estallido de la burbuja? La mejoría económica, la gradual reapertura del sector hipotecario, el ajuste de precios y el apetito de los inversores extranjeros explican, en gran medida, el resurgimiento de la vivienda y su consiguiente subida de precios, tal y como explica la patronal CEOE en su último informe trimestral sobre la economía española.

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En primer lugar, el notable crecimiento de PIB, tras registrar tres ejercicios consecutivos con avances superiores al 3% interanual, ha posibilitado la creación de 1,5 millones de puestos de trabajo, mejorando con ello la renta disponible de las familias y la confianza general de la población.
A ello se suma, por otro lado, la gradual reapertura del mercado hipotecario. Por el lado de la oferta, los bancos están relajando sus condiciones de acceso al crédito debido, entre otras razones, al aumento de la competencia, las mejores perspectivas tanto económicas como inmobiliarias y la mayor solvencia de los prestatarios. Mientras que, por el lado de la demanda, las familias se animan a firmar una hipoteca por las favorables perspectivas del mercado residencial, la mejora de la confianza de los consumidores, los bajos tipos de interés y el ascenso de las operaciones de reestructuración de deuda.
El tercer factor tiene que ver con el precio de los inmuebles, ya que, en la actualidad, todavía se sitúan un 30% por debajo del nivel máximo registrado en 2007. La combinación de menores precios y bajos tipos de interés ha permitido que el Indicador de Esfuerzo Teórico Bruto para la compra de vivienda (importe de las cuotas a pagar por un hogar medio en el primer año tras la adquisición de una vivienda tipo financiada con un préstamo estándar por el 80% del valor de tasación) haya mostrado una clara tendencia descendente desde 2008, cuando rozaba el 60% de la renta bruta disponible del hogar, hasta situarse en el 34%hoy.

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Por último, destaca el papel que sigue jugando la demanda extranjera en la recuperación del mercado inmobiliario. A partir de 2011, las compras por parte de inversores foráneos se empezaron a recuperar rápidamente, alcanzando en la actualidad en torno al 17% de las transacciones totales. La mayor parte de las compras de vivienda de extranjeros se concentran en la costa mediterránea y en las islas (Baleares y Canarias), alcanzando tasas del 40% del total de las transacciones en provincias como Tenerife o Alicante.
Por otro lado, aunque los británicos han sido históricamente -y continúan siendo- los principales compradores de vivienda en España, con un 15,1% de las ventas realizadas por extranjeros, su peso ha caído desde 2008, cuando representaban más del 37%. El Brexit y la depreciación de la libra están afectando negativamente a la demanda procedente de Reino Unido. Sin embargo, tal y como aclara la CEOE, "la caída de las compras de los británicos se está viendo más que compensada por el dinamismo de las compras realizadas por los ciudadanos franceses, alemanes o suecos, que registran crecimientos interanuales de dos dígitos. También los italianos, los rumanos o los chinos están aumentando su participación".

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En definitiva, "la demanda de compra de vivienda en España se ha visto favorecida por la mejora de la situación económica, del empleo, los bajos tipos de interés, las mejora de las condiciones de acceso a la financiación y el descenso de los precios de los inmuebles. También la demanda extranjera se ha recuperado después de la crisis, incluso antes que la demanda nacional", concluye el informe.
M. Llamas.

jueves, 7 de diciembre de 2017

El Supremo retira la orden de detención contra Puigdemont.


Me parece una buena jugada del juez Llarena. No sólo impediría que de producirse la extradición sólo se le pudiera juzgar por delitos distintos a la rebelión, con lo que quedaríamos en un tremendo ridículo internacional, sino que le resta protagonismo y victivismo.

Y puede que además haga que se confíe y termine en algún país europeo con leyes similares a las nuestras, donde pueda ser detenido si reactiva la orden. Entonces ya no sería tan sólo una buena jugada, sino un jaque mate al golpismo. Esperemos. El ajedrez es un juego lento.

lunes, 27 de noviembre de 2017

BIENVENIDOS AL FUTURO.


Como la prudencia y la lealtad son dos actitudes que he procurado seguir a lo largo de mi vida, he esperado unas semanas para reemprender mi actividad de manifestar por escrito mis opiniones en relación a los históricos momentos que vivimos en Cataluña. Y ello porque desde mi decisión como Presidente de Societat Civil Catalana de pasar el  testigo a mi amigo y compañero Pepe Rosiñol, era debido el silencio para que en su nueva condición tuviera tiempo sin injerencias de conformar su nuevo equipo reestructurando la Junta Directiva, como por otra parte era lógico. Por experiencia conozco perfectamente las dificultades que se plantean cuando uno no dispone de la libertad de movimientos para aplicar sus propios criterios y por ello le deseo todo tipo de suertes y éxitos en su gestión.

Estamos viviendo en Cataluña y por consiguiente en toda España tiempos extraordinariamente convulsos, quizás los más intensos desde que la luz de la democracia iluminó nuestro sendero y, en el día a día, todavía nos zarandearán nuevos acontecimientos, movilizaciones y quién sabe qué sorpresas antes del 21 de Diciembre. Esa jornada pre navideña en la que los catalanes votaremos de forma legal y democrática se establecerán las reglas del juego y convivencia, esperemos que finalmente para un largo período de concordia social dentro de una España próspera felizmente integrada en Europa con el prestigio de un inmejorable reconocimiento internacional.  Es un sueño, en éste caso sí alcanzable cuando el pueblo catalán abandone la costumbre de mirarse de reojo y recupere la confianza en la diversidad de opiniones e ideologías.

En ese escenario de caos conceptual rayando el surrealismo con unos candidatos huidos a Bruselas para eludir la justicia y otros encarcelados para responder ante los tribunales, haciendo todos ellos juegos malabares para secuestrar los votos de la gente que increíblemente todavía les cree, vamos a intentar pasar definitivamente la página de nuestra triste historia  llevando al capítulo del pasado un presente que hemos sufrido en nuestras emociones y sentimientos para encerrarlo si es posible en el baúl de las vergüenzas bajo llave.

Y creo firmemente que el cumplimiento de la causa judicial, ni para ellos ni para la sociedad en general, va a ser lo verdaderamente importante, pues será la propia historia quién les juzgará situando para siempre sus figuras en su dramático lugar, lo cual a mi entender es infinitamente peor.

Pero Cataluña como comunidad singular y motor de España va a continuar su camino de crecimiento, mejora y capacidad de desarrollo una vez consigamos obtener las necesarias mayorías para el sentido común y el equilibrio en un horizonte nítido y amable en el que quizás hallemos escrita la palabra futuro. Y es en ese destino donde debemos depositar nuestra mirada, sin dudas ni complejos pues el éxito o fracaso será de nuestra exclusiva responsabilidad, en éste caso bajo el amparo de la Ley y de nuestro marco común de convivencia.

Pero no solo debemos centrar nuestra mirada en el horizonte exterior pues las sangrantes heridas que nos quedarán en el caso de que consigamos cerrar el capítulo unidas a la dolorosa fractura de la sociedad catalana, requerirá una muy especial atención en nuestro propio entorno de convivencia, en nuestras propias instituciones y foros sociales, así como en nuestras propias casas donde se desarrolla la convivencia familiar.

Recuerdo la sabia reflexión del gran arquitecto y pensador suizo Le Corbusier que definía   la casa como aquel espacio en que uno vive y sentirse en casa aquel lugar de sentimiento que puede incluso no ser el lugar de origen de la persona. Precisamente ese va a ser uno de los pilares donde deberemos descansar la nueva convivencia de todos los ciudadanos de Cataluña sin excepción.

Y ese es el desafío, si cabe, más importante que nos presenta el camino del futuro.

                                                                                     
Mariano Gomá. 

Me indica Mariano Gomá que pasa a ser Presidente del Consejo y deja el día a día, pero que orbitará por Madrid con instituciones, fundaciones, foros y políticos. O sea, que sigue al pie del cañón.

domingo, 26 de noviembre de 2017

España es el problema


JESÚS CACHO
26.11.2017

España acaba de salvar el match ball más peligroso de su reciente historia. El de un nacionalismo que hemos financiado con cargo a los PGE y que ha permitido a la derecha catalana apoyada en el quicio de la mancebía de Jordi Pujol disponer de casi 40 años para, ante la desaparición del Estado en la región, crear un Estadito clientelar basado en la corrupción y en la ocupación sectaria de todos los ámbitos de la vida política, económica, social y cultural de Cataluña. Con una deslealtad evidente a esa Constitución que consagra su autogobierno, el secesionismo ha pretendido romper uno de los Estados más antiguos del mundo, un Estado que, tras no pocas dudas, se ha defendido simplemente aplicando la ley y con los instrumentos que al Gobierno otorga la ley. A estas alturas, el diagnóstico de lo ocurrido está claro: los culpables del envite, traidores al pacto constituyente, son los nacionalistas, pero los responsables de que hayamos llegado a este punto hay que buscarlos en los sucesivos inquilinos de la Moncloa, los Gobiernos del PSOE y del PP, desde la entrada en vigor de la Constitución de 1978 hasta nuestros días.


En el perfil agónico del final de la Transición, estaba claro que el frágil equilibrio entre el Estado y los nacionalismos periféricos podía saltar por los aires en cuanto explotara la burbuja inmobiliaria y financiera. El golpe de estado del nacionalismo catalán hubiera sido inimaginable sin la crisis surgida a partir de 2008. Como ocurriera en los años 30 del siglo pasado, el nacionalismo se rebela contra España en el momento de mayor debilidad de España, en el punto más bajo de España como nación, cuando la crisis galopante difumina los perfiles de una sociedad que ha perdido el rumbo y de una clase política formada por tipos mediocres y oportunistas, profesionales del pasteleo ayunos de patriotismo, fieles únicamente al líder supremo que confecciona las listas electorales. Artur Mas se sube en marcha al tren secesionista en septiembre de 2012, en lo más duro de la crisis, cuando España está a punto de verse obligada a pedir un rescate país a la griega o portuguesa. Con lógica perversa, el nacionalismo catalán piensa entonces que aquello era su “ahora o nunca”.  

Curioso, el nacionalismo pierde la batalla mucho antes de lo que cree. La pierde cuando la Economía empieza a recuperarse de la crisis y a crecer a buen ritmo, creando empleo. La pierde el secesionismo y la pierde ese populismo, aliado coyuntural del nacionalismo, empeñado en destruir el Régimen del 78 para edificar sobre sus cascotes una solución neocomunista a la venezolana. El partido, con todo, está lejos de haber terminado. Y no lo está porque España ha superado la crisis económica, pero sigue inmersa en una aguda crisis política que dura ya casi una década, y cuya expresión más certera ha sido precisamente la rebelión nacionalista. Se trata de una crisis de agotamiento del sistema que ya estaba presente entre los síntomas que acompañaron la de 1992/1993, con el final del felipismo y sus casos de corrupción y cuya solución aplazó el boom del crecimiento que dio comienzo a partir de 1996. Y aquí entramos en el meollo del asunto: el problema no es tanto la radical deslealtad del nacionalismo catalán como la incapacidad, la debilidad y la impotencia del Estado para hacer frente a ese desafío. Dicho de otra forma: el problema no es Cataluña, sino la propia España. Barcelona es el reflejo de un gran incendio cuya hoguera está radicada en Madrid.

La solución al problema no puede consistir en que nos entre un súbito ataque de comprensión a los sentimientos nacionalistas, ni en un aumento de la financiación autonómica

La solución al problema de los nacionalismos no puede consistir, por eso, en que a todos nos entre un súbito ataque de comprensión a los sentimientos nacionalistas, ni en un aumento de la financiación autonómica (al nacionalismo no se le sacia con dinero), ni mucho menos en la cesión de más y más competencias (como pretenden los Icetas de turno) si es que quedara alguna por transferir. No hay que arreglar Cataluña: hay que arreglar España. No se podrá curar a Cataluña sin antes sanar a España. Hay que darle una salida de futuro, un proyecto de futuro integrador a un país que se debate en el callejón sin salida en el que le han situado los dos grandes partidos del turno corroídos por la corrupción y cuyo único objetivo es el monopolio del poder por el poder, el quítate tú que me pongo yo, en el convencimiento de que los problemas de la democracia se arreglan con más democracia.

Abrir un nuevo periodo histórico
Ese proyecto pasa por mejorar radicalmente la calidad de nuestra democracia, lo cual seguramente pasa por enviar al PP a la oposición durante unos cuantos años, para obligarle a una regeneración radical tanto de líderes como de ideas. Caminamos uncidos al yugo de un Gobierno que transita con una mano atada a la espalda por culpa de la corrupción del partido que lo sostiene, lo que le resta legitimidad a la hora de aplicar la ley, algo que ha hecho tan difícil la solución a la crisis catalana. Es la corrupción de los “partidos del turno” lo que coloca al Estado a la defensiva ante la arrogancia nacionalista. Y es esa falta de legitimidad, más los tradicionales complejos de tanto demócrata sobrevenido, lo que explica que, a pesar de haber quedado demostrado que la aplicación de la Ley es el ungüento mágico capaz de hacer aterrizar en la realidad a los golpistas, el Ejecutivo Rajoy haya sido incapaz de impedir, mediante el uso legítimo de la fuerza, la huelga general política que una escuálida minoría impuso a la inmensa mayoría de los catalanes el pasado 3 de octubre.

La Transición ha muerto. Acabó en junio de 2014 con la abdicación de Juan Carlos I, máximo exponente de las luces (el fenomenal desarrollo experimentado por España en las últimas décadas) y sombras (su intolerable corrupción) del periodo. La crisis catalana ha venido a certificar esa defunción. España necesita abrir un nuevo periodo histórico capaz de transportar a las nuevas generaciones en un proyecto de vida colectivo para los próximos 40 o 50 años. Resulta difícil imaginar a PP y a PSOE como muletas capaces de soportar esa travesía. Un nuevo proyecto histórico que debe comenzar por una puesta al día de la Constitución del 78, no para otorgar nuevas canonjías, no para proseguir con el vaciado de competencias del Estado, no para hacer nuevas concesiones a unas Autonomías que ya tienen competencias sobradas, sino para corregir los defectos del diseño territorial plasmados en dicha Constitución, para arreglar lo que se hizo mal y lo que la experiencia ha demostrado que funciona mal. Para devolver al Estado algunas de esas competencias que jamás debió perder, caso de la Educación, o para devolver el Estado a algunas Comunidades de las que jamás debió salir. Se trata de una visión de España que a no dudar contará con la oposición frontal del establishment político, de derechas y de izquierdas, del centro y de las periferias, pero que ineludiblemente habría que someter a consulta de los españoles.

Este martes, una decena de catedráticos de Derecho Constitucional y Administrativo, comandados por Santiago Muñoz Machado, dieron a conocer un “paper” (“Ideas para una reforma de la Constitución”) que propone abordarla “en la línea de los sistemas federales” vigentes en países de nuestros entorno. Con un lenguaje deliberadamente críptico, los firmantes proponen incorporar a la Constitución una nueva Disposición Adicional que establezca un “régimen jurídico singular” para Cataluña y una “relación bilateral” con el Estado, eso sí, dentro de la Constitución. Aunque se trata de un documento más de los muchos que a partir de ahora van a ver la luz, porque estamos ante el tema por antonomasia del inmediato futuro, parece que Muñoz Machado y sus copains no se han enterado de nada. No se han enterado de lo que ha ocurrido en los dos últimos meses, desde luego no de las dos gigantescas manifestaciones que el 8 y el 29 de octubre inundaron las calles de Barcelona para decir basta al secesionismo. O si se han enterado, siguen dispuestos a ofrecer la otra mejilla a ese nacionalismo supremacista y xenófobo ante el que tanta gente acomplejada se ha hincado de hinojos en la última década. Tal que José Luis Ábalos, secretario de Organización del PSOE, quien ayer mismo aseguraba que Inés Arrimadas no puede ser presidenta de Cataluña porque “no comprende el hecho singular catalán”. Los lacayos del nacionalismo en Madrid tienen que enterarse de una vez de que no hemos llegado hasta aquí para terminar comprando la moto de esa “singularidad” catalana que algunos quieren vendernos.

El pozo negro de la financiación de los partidos
Reforma de la Constitución que debería llevar aparejada, dentro o fuera de la misma, algunas otras cuestiones imprescindibles para esa mejora de la calidad de la democracia española, tal que la definitiva separación de poderes (devolver la independencia a la Justicia), una reforma de la Ley Electoral, una nueva y efectiva Ley de Financiación de los partidos (verdadero pozo negro de la corrupción política), etc., etc. Se trata, en definitiva, de hacer un país más justo, más rico, más liberal, menos corrupto, más eficiente, más volcado en la Educación y las nuevas tecnologías, más dado al mérito y al esfuerzo que a los privilegios, más proclive a las vocaciones empresariales, más centrado en facilitar la vida a las empresas, en lugar de pretender esquilmarlas, porque ellas son las llamadas a crear riqueza y asegurar el futuro de nuestro Estado del bienestar. Un país de hombres libres e iguales ante la ley.

Repito, el problema no es Cataluña: el problema es España, y esa incógnita se despeja convocando a la ciudadanía a un nuevo gran pacto colectivo llamado a convertirla en lo que realmente ya es: el mejor país del mundo para vivir una vida. Solo en la medida en que España sea fuerte, cuente con un proyecto sólido de país, los nacionalismos serán débiles, porque una España fuerte es la mejor garantía de nuestras libertades y derechos. Pequemos de optimismo. La crisis catalana ha hecho aflorar realidades que son garantía de futuro y con las que hace apenas unos meses no contábamos: contamos con un Rey joven que, al contrario que su padre, ha sabido estar a la altura de las circunstancias; contamos con un partido de nuevo cuño y marchamo liberal, Ciudadanos, no contaminado por la corrupción y con un proyecto para España; contamos también con una Justicia (ahí está la juez Lamela o el fallecido Maza) que parece haber superado la fase más aguda de su crisis (solo el Periodismo sigue hozando en el barro), y, por encima de todo, contamos con un gran pueblo, con esa mayoría silenciosa que ha despertado sin necesidad de convocatoria de partido alguno, la España ciudadana que ha redescubierto su bandera y ha desempolvado un cierto orgullo democrático en ser español, en Barcelona y en Madrid. La España que, en el momento de máximo peligro, ha sabido movilizarse para impedir que nadie le arrebate su futuro. 

jueves, 16 de noviembre de 2017

¿Aznar ya no es del PP o el PP ya no es el de Aznar?


"Si se quiere abrir el debate, que se abra, pero que no sea para satisfacer a los secesionistas, sino para reafirmar la igualdad de los españoles, la solidaridad entre regiones y el estado de derecho".

"En Cataluña estamos viviendo las consecuencias de no hacer política durante mucho tiempo. Los partidos constitucionalistas han dejado de hacer política y se la han dejado al nacionalismo y al independentismo. El PP y el PSOE deberían hacer política y defender una idea nacional de España, una España europea, abierta".


Estas dos apreciaciones de Aznar seguro que son apoyadas por todos los votantes del PP, pero no son respetadas por la cúpula actual del PP, que sí mantiene el discurso aunque no lo lleva a cabo. Este PP de Rajoy, y el propio Rajoy, parecen el PP cuando hablan pero en absoluto lo son cuando actúan, y mucho menos cuando no actúan e incumplen lo que prometen y dicen.

Negar que ese es el motivo de la pérdida de tres millones de votantes es negar la realidad, algo en lo que se han especializado en los últimos años. Y si no han perdido más votantes es por el miedo que les han inculcado a que si no votan PP vendrán "los malos", vendrán "los rojos", el Frente Popular y el acabóse. Y en ese sectarismo que se han encargado de sembrar todo lo que no sea PP es esa hecatombe. 

Y los que se van por la derecha, son tachados "extrema derecha fascista" y traidores que desperdician su voto en opciones que no van a ningún lado. Pero al tiempo se niegan a reconocer su errores y el hecho de que, justa o injustamente, Rajoy carece de autoridad moral para muchísima gente por culpa de haber estado al frente del partido mientras se producían en éste actos de corrupción de todo tipo.

Dirigentes del nivel de Esperanza Aguirre han asumido su culpa "in vigilando" y han dimitido, él no. Y así como el PSOE no tienen tampoco autoridad moral para acusar a nadie, habida cuenta de lo que tiene en sus filas, no es el caso de Sánchez que puede alardear que él no tenía cargo relevante alguno en su partido mientras esos casos ocurrían, y a ojos de la opinión pública está más limpio que Susana Díaz.

Por mucho que digan, el PP de hoy poco tiene que ver con el PP de ayer. Sus promesas electorales, basadas en lo que eran sus principios de siempre, han sido las primeras que se incumplieron cuando tenían una mayoría más que suficiente para haberlas llevado a cabo. Y hoy en día son muchos los responsables del partido que declaran principios completamente opuestos a aquellos. Negarlo es negar la realidad, cosa en la que se han especializado desde hace demasiado.

Ver a quienes no hace tanto definían a Aznar como el mejor Presidente de la democracia aceptando las críticas y el ninguneo que recibe del partido que refundó, produce melancolía desde fuera; desde dentro produce bastante más que algunos cabreos. Pero aquí no se mueve nadie, no vaya a ser que pierdan esas poltronas que, precisamente por eso, son cada vez más escasas.