Mientras la CE prevé que España entre en recesión este semestre, Zapatero ni siquiera pronuncia la palabra crisis.
Nada de nada, eso es lo que propuso el Presidente en el Parlamento para ayudar a remontar la crisis. Y la sandez de lo de "mal de muchos..." como intento de explicar que la crisis afecta a todo el mundo. Por mucho que afecte a otros, a nosotros nos afecta más. Y al menos esos otros tienen Gobiernos que no miran para otro lado y engañan a sus ciudadanos. Encabezamos el ranking de creación de parados. Y el de los países con déficit exterior. Eso no le pasa a otros.
Zapatero echó las culpas a Bush y a las subprime, olvidando que no hace tanto dijo que lo de las subprime no afectaría a España porque nuestro sistema financiero era muy sólido. Pues ya lo vemos, es tan sólido como sus argumentos y previsiones. Él sigue empeñado en poner parches y en actuaciones contrarias a la lógica económica. No le entra en la cabeza que la solución al paro es la creación de empleo, no las subvenciones o las limosnas a los parados.
Se permitió que incluso el endeudamiento nacional aumentara al no ser suficiente el ahorro interno para financiar un globo inmobiliario que era para consumo interno. Eso no era exportable, por lo que el déficit exterior está donde está. No se fomentaron alternativas productivas y competitivas, que además pudieran servir como elementos de exportación y equilibrio de la balanza de pagos. Para eso había que saber de economía, y aunque eso es cuestión de tres tardes, Zapatero no le dedicó ni una hora. Además de que si se rodea de expertos cuyo curriculum no es otro que la generación de crisis y paro, pues ya vemos el resultado.
Se comprometió, como es sabido, a reflotar a las promotoras inmobiliarias con el dinero de todos a cambio de que no destaparan la crisis antes de las elecciones, y sigue en ello. Vamos a financiar entre todos a unas empresas que han sido víctimas de su propia mala gestión y exceso de codicia. Unas empresas que no nos dieron a todos los frutos de su enriquecimiento cuando las vacas gordas, esa riqueza se la embolsaron cuatro gatos. Y curiosamente esos cuatro gatos ahora se declaran insolventes. Pero Zapatero las refinanciará con el dinero de todos a cambio de que alquilen los pisos que no vendan. Algo que no pasará, y si no al tiempo. Y que de pasar, tampoco arreglará mucho.
Ni una sola medida dirigida a aumentar la disponibilidad de renta para agilizar la economía. Ni para impulsar la creación de empresas. Ni siquiera para evitar despidos. No, tan sólo la intención de crear algunos empleos con dinero público, o sea con nuestros impuestos, y que no producen riqueza sino que aumentan el gasto.
Por mucho teatro que le eche, por mucho que intente hasta hacer parecer culpable a la oposición, lo cierto es que el que gobierna es él y no la oposición. Es él quien tiene que tomar medidas, no la oposición. Eso de quejarse de que la oposición no arrima el hombro no es más que una plañidera pataleta de patio de colegio. En otros asuntos no sólo no cuenta con dicha oposición, sino que se la pasa por el forro, así que menos lloros.
Zapatero engañó a todos antes de las elecciones. Habló de una situación económica inventada. Hasta incluso del pleno empleo. Tachó de antipatriotas a los que avisaban de lo que había. Se negó por activa y por pasiva a reconocer la crisis y a tomar medidas. Ahora llama cobarde y mendaz a quien le recuerda sus mentiras y parches demagógicos y electoralistas. Siempre ha ido por detrás de los acontecimientos. Y sigue haciéndolo. Pero es que no sabe como encararlos, ni siquiera sabe lo que ocurre. Tan sólo lo que le cuentan.