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Pilar Llop. Ministra de Justicia y juez en excedencia voluntaria para su pase a la política. |
Todas las asociaciones de jueces y todas las asociaciones de fiscales se han sumado a
criticar el acuerdo con los delincuentes que puede convertirlos en delincuentes a ellos mismos. Aunque hay jueces, que aún perteneciendo a esas asociaciones, en algunos casos incluso fundadores de las mismas -caso de Pumpido-, que están apoyándolo e incluso alabándolo. No he oído apoyo a esas declaraciones ni visto las firmas en ellas de
Margarita Robles, Pilar Llop ni Marlaska, así como tampoco la del
Fiscal General del Estado. Ni la de
Campos, hoy Magistrado del Tribunal Constitucional y que en su día dijo que la amnistía es anticonstitucional. Ni por supuesto a
Conde Pumpido, clave indispensable del atropello. A lo máximo que ha llegado alguno es a decir que no se puede protestar por la ley de amnistía porque aún no es ley, cuando las protestas son precisamente para evitar que sea ley.
Ahora desde el PSOE están empezando a componer la mentira -cosa rara, ¿verdad?- de que el acuerdo no dice lo que dice, que cuando se dice "lawfare" se quiere decir "perdices estofadas", poco más o menos, en un ejercicio más de hipocresía y de tomarnos a todos como idiotas, como si fuésemos militantes y votantes suyos.
Lo del cuento del Secretario de Mentiras del PSOE, Santos Cerdán, diciendo que el acuerdo es un acuerdo de gobierno y de legislatura, no sólo de investidura, ya es de traca. Es
para que Sánchez siga en el poder, gobernar no podrá, eso lo harán los independentistas que son una pequeña minoría de los votos de los españoles. Pero se atreven a decir que esto es lo que mandan las urnas.
Llevo mucho tiempo -desde que se presentó a su aprobación por referéndum- alertando sobre los defectos y omisiones de la Constitución precisamente porque no constituye -es evidente-, dejando al albur de la voluntad de quien la interprete asuntos capitales, en la creencia -falsa- de que todos los gobernantes la acatarían, respetarían y no la desvirtuarían con la creación de Instituciones que la pervirtieran.
Voté que no a esta Constitución por eso, aunque una vez aprobada por la mayoría la acaté, la acato y la defiendo, como demócrata que soy, pero apunto sus defectos y pido su reforma en determinados puntos -siempre siguiendo los procesos previstos para ello- teniendo que aguantar por ello que algunos me señalen como asesino de Blancanieves, por lo menos. Curiosamente por los mismos que pretenden saltársela sin más.
Entiendo que no hay mayor demostración de democracia que el acatar las decisiones de la mayoría cuando no se está de acuerdo con ella; cuando la decisión es lo que uno quiere, no tiene mérito alguno.
Pero decir hoy que lo que está haciendo el Gobierno y el PSOE responde al mandato de las urnas es otra de sus muchas mentiras. Eso de que las urnas rechazaron a Feijóo porque que no obtuvo la mayoría de escaños, mientras no se acepta esa mayoría absoluta en el Senado, confundiendo votos con acuerdos de despacho, que además se logran con partidos sobrerrepresentados por mor de una ley electoral claramente mejorable, es una manipulación y una perversión de la democracia.
No es democrático valerse de la democracia para acabar con la democracia. Puede ser democrática la forma de acceder al poder pero no lo es si el ejercicio de ese poder rebaja o anula la democracia. Por poner un ejemplo, Hitler llegó al poder democráticamente pero no fue democrático acabar con la democracia en Alemania e imponer su dictadura.
La Constitución y sus fallos han permitido que lleguemos hasta aquí; se ha permitido, por ejemplo, que un Tribunal de garantías, no perteneciente al poder judicial sino al político, se haya convertido en un Tribunal de Casación del Tribunal Supremo, poniéndolo en la práctica por debajo del Tribunal Constitucional, contradiciendo el espíritu constitucional que consagra al Tribunal Supremo como un tribunal no sometido a ningún otro dentro de España. Sí lo está al Tribunal de Justicia Europeo según el tratado firmado por España y demás países de la UE, pero sólo a éste, no al Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo que es otro tribunal político fuera del poder judicial.
Urge apartar del poder judicial a cualquier juez que decida dedicarse a la política e impedir que vuelva a saltar del poder político al judicial. Es decir, hacer que su decisión sea irreversible. Ese pasillo de ida y vuelta entre un poder y otro está pervirtiendo la justicia y la necesaria separación de poderes.
Y para acabar, la gran mentira que supone que con todo esto se pretende la convivencia, la paz y la cordialidad del
todos felices comiendo perdices; no es cierto, no hay más que comprobarlo todos los días en la calle. Se trata de
conseguir los votos de los delincuentes para alcanzar el poder y se está haciendo logrando todo lo contrario que se dice buscar. Como ya he apuntado en otras ocasiones, si se trata de convivir con los delincuentes que se vayan a vivir con ellos a la cárcel, pero que no rompan la convivencia, la paz y la cordialidad en el resto de la sociedad.
Y es la sociedad la que tiene que reclamar que se vele por ese bien social que es la convivencia.