Dolor.., y circo mediático a costa de la tragedia.Ayer, ya entrada la tarde, los miembros de mi familia, que esperábamos en IFEMA, pudimos ir a casa en vez de permanecer rodeados de una inmensa tragedia compartida. Allí no se tenía percepción de cómo se vivía afuera la tragedia, ni del tratamiento que se estaba dando a la misma por los medios de comunicación. Los momentos iniciales fueron muy confusos y de una terrible falta de información.
La información principal, la más tremenda, era la de que nuestro familiar -y ese nuestro lo uso abarcando a todo el colectivo de las familias afectadas- iba en ese maldito avión, y que el mismo había tenido un terrible accidente. El número de víctimas cambiaba dependiendo del medio al que se acercara uno a informarse. Siete, veinte, cincuenta.., cien. Fue El Mundo digital quien más se acercó y el que dio la información más veraz. La más dolorosa también para quienes ya sabían que alguien muy cercano viajaba allí. Y dicha información fue cambiando hasta llegar a la terrible realidad.
En las Palmas, mis primos tuvieron noticia del accidente. Esperaban a su hermana. Iba a pasar unos días con su madre, que está delicada, para que sus hermanas descansaran. Enseguida una sobrina médico que está en Madrid, distribuyó el perfil por los diferentes hospitales donde se presumía llegarían los heridos. Yo aún no sabía nada y era ajeno a todo ello.
Me informaron por sms del accidente, pero no sabía que nos iba a tocar de cerca. Yo estaba con Bea en el hospital y oí un helicóptero. Los pacientes de la UVI estaban siendo distribuídos para dejar camas libres. Una de mis hermanas me llamó por si sabía algo, pues tenemos familia en Canarias. No, no sabía más que lo que me iba contando por el móvil quien se informaba a través de los medios y se tomaba la molestia de tenerme al corriente.
Fue luego, en casa, mientras mantenía una agradable charla que me alejaba de las tensiones del día y me devolvía de nuevo a la vida, cuando recibí la llamada de una de mis primas para comunicarme que una prima común iba en el maldito avión. Desconcierto, angustia, búsqueda de información, llamadas a centros oficiales... El Ministerio del Interior no puso ni un triste teléfono de información. En su página ni se mencionaba el accidente. Otros teléfonos infructuosos, información en internet, en la tele, en Spanair...
Mis primos acuden a Madrid. Estaban repartidos por diferentes puntos, de vacaciones. Otros acuden desde Las Palmas de Gran Canarias en aviones puestos a disposición de los familiares. En la vorágine de informaciones contradictorias y cruzadas, decido ir a IFEMA. Allí llevan a las víctimas mortales. Mi prima no está entre los heridos.
El reencuentro con mis familiares, algunos sin vernos en larguísimos años, empieza con una frase -un lamento- de unas de mis primas, hermana de Maqui, la víctima: "Primo, ¿qué está pasando en nuestra familia?". La abrazo sin decir palabra.
Las horas en IFEMA se hicieron eternas, angustiosas.., trágicas. Al principio hasta violentas. Hubo algún familiar que en su desesperado dolor trató hasta de agredir a quien confundió con un cargo de Spanair. Dicha compañía envió a muchísimos voluntarios, empleados de diferentes puntos de España. E intentaban dar todo, ayudar en todo lo necesario. La atención era cuidadosa. La Cruz Roja, un ejemplo. Multitud de personas con distintivos del Ayuntamiento, de la Comunidad, de Ayuda Psicológica... Hubo desconcierto al principio. Cambio de salas para esperar agrupados por apellidos... ¿Esperar a qué? Peticiones reiterativas de datos. Las explicaciones del Director de no sé qué del Ayuntamiento no aclaran nada y obliga a la ayuda psicológica a volver a informar de forma individualizada.
Hay que esperar; al menos un familiar debe de permanecer allí a esperar que la Policía Científica le llame para la identificación. Prefieren a un hermano antes que a un primo hermano, es lógico; no les puedo relevar de eso. ¿Hay que ver el cadáver?, pregunta angustiada una de mis primas. No, intentarán la identificación por los documentos que encuentren y si no, pedirán una muestra de un familiar consanguíneo para cotejar el ADN. ¿Podemos irnos al hotel a descansar mientras tanto? No, no llamarán a nadie. Serán los que están allí para dar apoyo los que buscarán a cada grupo familiar para informarles. No lo entiendo, no entiendo que la Policía no se pueda poner en contacto o buscar a una familia si sabe que está localizada en un determinado Hotel. Pero es lo que repiten.
El apoyo logístico es bueno. Bocadillos, bebidas, café, caldo, sandwiches, etc. Mantas para ayudar a una larga noche. Gemidos, lloros, lamentos... La información, escasa. El obispo de Las Palmas anda escuchando a las familias. Ha interrumpido sus vacaciones en Alicante y está charlando con unos y otros. Nada de hablar de lo trascendente, está oyendo e intentando hablar de cosas que puedan distraer, aunque sea unos momentos, de la tragedia. Al menos cuando estuvo con nosotros sentado a mi lado. También estaba Soria, el del PP canario, y la consejera de no sé qué del Gobierno de las Islas. Vinieron en representación del gobierno insular pero como personas, cercanas a las personas, hablando de la tragedia. Viviendo los diferentes dramas personales de cerca. Hablando de ello pero también de cosas cotidianas. Inusual en cargos de postín.
Con respecto a Soria haré un inciso. Sé que lo he puesto a caer de un guindo en más de una ocasión, pero como político. Hoy, como persona, le aplaudo y le envío mi abrazo. Fueron agradables y muy humanas las diferentes charlas que mantuvimos. José Manuel Soria, un abrazo desde aquí, y prometo no hacer símiles con tu bigote y el de Aznar. Otro abrazo al Obispo, alicantino además. Ambos aún estaban allí a altas horas de la madrugada y volví a verlos por la mañana temprano. Y sin publicidad alguna.
Ya por fin reclamaron a mi primo para la muestra de ADN. Ya la espera no pasa por estar en IFEMA concentrados. Aunque ahora es el hotel que puso a disposición de las familias Spanair donde se han concentrado los buitres de la prensa, los cazadores y aireadores de tragedias ajenas. Los comerciantes del dolor. Y siempre hay quienes se prestan. El propio aturdimiento por el dolor hace que algunos griten el mismo y repartan culpas por doquier. Los medios fomentan y airean esos lamentos; tan dolorosos como injustas las culpas y acusaciones sin fundamento. El dolor necesita culpables, y las familias rotas son un caldo de cultivo de exclusivas lacrimógenas y lacerantes. Es tremendo. Y miserable.
Y tú mientras, Maqui, continúas en tu ya eterno viaje. Desde el dolor: un abrazo, prima.